Tras la conquista de Trujillo en 1232, el paulatino asentamiento de los Altamirano y Bejarano en las tierras situadas más al sur de su alfoz, junto al Guadiana, culminó con la formación de dos señoríos: el de Orellana la Vieja, concedido por Alfonso XI en 1335 a Juan Alfonso de la Camara y el de Orellana de la Sierra, limitrofe con el anterior, que recibio en 1375 Alvar Garcia Bejarano por concesion de Enrique II. Evoluciono el primero de ambos señorios conforme a la linea sucesoria establecida hasta 1549, año en el que se produjo la muerte sin sucesion, en Trujillo, de Juan de Orellana el Bueno, su noveno titular. Abre esta muerte una larga serie de litigios en el seno de los Orellana, comenzando a partir de entonces una intensa porfia por la sucesion al mayorazgo que se prolonga hasta 1614, reflejo de la lucha por mantener en el seno de la estirpe el patrimonio y los privilegios sociales que eso conlleva, encarnandose durante años en dos mujeres esa pugna: doña Maria de Mayoralgo, portadora y representante de la sangre vieja, que peleo sin tregua por conservar la titularidad del señorio para su estirpe, y doña Maria de Orellana, que hizo lo propio por recuperar sus derechos al mayorazgo, pese a su condicion de mujer. Despues de tratar algunos detalles relativos al gobierno municipal de la pequeña villa extremeña y ciertos conflictos que sufrieron sus regidores con la Mesta entre 1577 y 1708, se aborda la cuestion de los impuestos a los que estuvieron sometidos los vecinos en su triple condicion de subditos de la corona, vasallos de señor y fieles de la Iglesia, culminando el estudio del primero de los señorios con un breve tratado sobre su transformacion en marquesado y la quiebra economica que este sufrio mas tarde entre 1639 y 1736. En lo que se refiere al segundo señorio, tal vez el hecho mas significativo sea la division de los bienes vinculados al mayorazgo durante la permanencia de Pedro de Orellana el Viejo como quinto señor de Orellana de la Sierra, en litigo con Francisco de Meneses. Gracias al arbitraje de la reina Catolica, que permitio superar las barreras legales, ambos llegaron a un acuerdo en 1478, repartiendose los bienes vinculados, promoviendose al mismo tiempo una nueva fundacion del mayorazgo en 1480, a favor de Fernando de Orellana, hijo del primitivo titular, aunque no su primogenito. Ambos estudios vienen no solo a cubrir asi un hueco en la historia del proceso de señorializacion en Extremadura, sino a complementar y enriquecer la historia conocida de Trujillo.
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