Los Agustinos se incorporaron a la ciudad hispalense en la segunda mitad del Siglo XIII y han permanecido aquí durante más de 600 años. Desde su primera época han llegado hasta nuestros días vestigios importantes, como las pinturas que Murillo realizo para el convento de San Agustin. Este libro descubre los monumentos e instituciones que rodearon siglos atras la puerta de Carmona, comenzando por ella para continuar con los Caños de Carmona, el arroyo Tagarete, el prado de Santa Justa, el templete de La Cruz del Campo, el monasterio de San Benito, la iglesia de San Roque y la capilla y la Hermandad de los Negritos. Muchas paginas estan dedicadas al Santo Crucifijo de San Agustin, una de las devociones mas arraigadas en Sevilla, y a la historias alrededor de este milagroso crucificado cuando ocupaba el centro de la religiosidad sevillana.