Las autoras, como resultado de un extenso recorrido por esta patología, desde una posición teórico-clínica proveniente del psicoanálisis, refutan la imagen del jugador compulsivo como la de un "vicioso" empedernido, arrojando luz sobre lo empedernido del impulso. Alli donde se revela de un modo dramatico que hay un "siempre ir por mas y no parar hasta perderlo todo", la recuperacion del jugador tiene que ligarse -en transferencia-, a la construccion del limite, de las diferencias y de un Otro que sepa alojado sin aplastar su deseo. El tratamiento requiere de un profesional sumamente comprometido, convencido de que el jugador puede recuperarse y dispuesto a sostenerlo, asi como requiere tambien de un jugador decidido a intentar una apuesta distinta, para hacerle frente a un goce autoerotico y devastador. La apuesta del tratamiento consiste en recuperar un saber acerca de sus modos de gozar (saber que intenta desmentir en forma empedernida), en lograr sustituir, metaforizar y atravesar los duelos que no pudo realizar.