Los Amos del Mundo pagan a sus lacayos de los más media para que de modo incesante transmitan al mundo entero el mensaje de que ha llegado un virus inmortal y omnipresente por el que los ciudadanos esclavizados deben cambiar radicalmente sus vidas hacia una nueva forma de esclavitud aún más degradante. Los miembros de la masa estupidizada aceptan este mensaje irracional, que es el punto de partida y la justificación para que los políticos (superlacayos de los Amos del Mundo) pongan a funcionar la ciega e implacable máquina gubernamental al servicio de aquella nueva forma de esclavitud planificada. El mensaje es un virus. El mensaje (la narrativa) es el virus (que infecta a las mentes huecas). El mensaje posee una fuerza destructora (al aniquilar a la sociedad tal como la conocemos), pero el mensaje (y sus consecuencias negativas) resulta inoperante e inocuo llevando a cabo un simple acto, o mejor, no llevando a cabo el simple acto de ponerse un tapabocas. El tapabocas valida el mensaje. Sin el tapabocas el mensaje es inválido. "EL TAPABOCAS" es un relato que, valiéndose de una trama sencilla, pone de manifiesto las palmarias incongruencias en la narrativa de la pandemia, incongruencias que los más media prefieren obviar o censurar.