Desde sus exactas 500 páginas, Groucho, una biografía propone una inmersión prolongada en la vida de Julius Henry Marx (1890-1977), más conocido por el apodo que tomó del personaje gruñón de un cómic hoy olvidado (Sherlocko, The Monk, de Gus Mager). A diferencia de lo que podría suponerse, no es un libro muy entretenido. Stefan Kanfer, editor en jefe de Time durante un par de décadas y autor también de El ABC de Groucho, expone datos mayores y minucias, a veces sin preocuparse de las jerarquías, que a través de Groucho revisan unos 120 años de historia del espectáculo norteamericano. Se toma su tiempo –como lo hicieron los hermanos para llegar al cine– y el lector paciente observará que comenzando por 1870 con papá y mamá Marx (interesantes especímenes, dignos de esa progenie) el libro anda por las 150 páginas y todavía la pandilla no arribó al cine. Justifiquemos a Kanfer: los hermanos dieron larguísimas vueltas por el vodevil y Broadway antes de entrar al cine con el sonido y atenuar algo las nostalgias de la comicidad muda. Aunque el precio a pagar no era poco (especialmente los interminables y soporíferos números musicales que deterioraron hasta sus obras maestras, guiones mediocres o colaterales intrigas amorosas que iban desde lo levemente nauseabundo a lo vomitivo), los Marx brillaron, y entre ellos Groucho fue tan grande como para sobrevivir a su culto. También podrá sobrevivir al sujeto que revela este volumen