Amanda le debe un gran favor a Stacy, y a ésta se le ocurre cobrarlo esclavizando a su hermana durante dos días. Muy pronto, la mandona de Amanda se ve obligada a cumplir todos los deseos de Stacy. ¡Pero hasta los mejores esclavos se rebelan!¿Por qué narices no iba a ir yo a una fiesta que se celebraría en mi propia casa? Abrí la boca para protestar, pero la cerré sin decir nada. Se había declarado la guerra. Y el primer punto en mi lista era no hablar con mi hermana. ¡Justo! Esa era la idea. ¡ Amanda no me arrancaría ni una palabra!Stacy y Amanda, su hermana mayor, se han declarado la guerra, convirtiendo la casa en un infierno. Se destrozan la ropa, se ignoran mutuamente, se pelean por el cuarto de baño, destruyen sus deberes... Antes o después una de las dos tendrá que rendirse, ¡pero Stacy no está dispuesta a dar su brazo a torcer!