Sinopsis de MORSAMOR: PEREGRINACIONES HEROICAS Y LANCES DE AMOR DE MIGUEL DE ZUHEROS Y TIBURCIO DE SIMAHONDA
«Filosofía, misticismos, pendencias, amoríos, cosas naturales y sobrenaturales, puterías, fornicaciones, estragos, muertos y mucha magia. Estupendo delirio refocilante yedifi cante a la vez, y a la vez instructivo y ameno.» Estos eran, a juicio de su autor, los elementos que compondrían Morsamor. La novela nos cuenta la historia de Miguel de Zuheros, antiguo caballero sin fortuna venido a fraile, que gracias a los conocimientos en alquimia de un aparecido fray Ambrosio, recupera su juventud y sale en busca de nuevas aventuras acompañado por su escudero Tiburcio de Simahonda. El caballero Morsamor se enfrentará con corsarios, mahometanos, vivirá todo tipo de lances amorosos y recalará en el Tíbet, donde conocerá la mística de sus monjes.
«Una novela de caballerías escrita a lo moderno», diría Juan Valera. Una lectura apasionante y divertida que hará las delicias de los aficionados a la novela de aventuras.
Ficha técnica
Editorial: Planeta
ISBN: 9788408004134
Idioma: Castellano
Número de páginas: 350
Tiempo de lectura:
8h 20m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 03/04/2012
Año de edición: 2012
Plaza de edición: Barcelona
Colección:
Backlist Clasicos
Backlist Clasicos
Alto: 23.0 cm
Ancho: 15.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Juan Valera
Nacido en Cabra (Córdoba) en 1824. Realizó estudios universitarios en Granada y Madrid. Entró en el servicio diplomático como acompañante del duque de Rivas, embajador en Nápoles, donde se dedicó a la lectura y al estudio del griego. Estuvo también en Portugal, Rusia, Brasil, Estados Unidos, Bélgica y Austria. En 1861 ingresó en la Real Academia Española. Escribió artículos periodísticos y ensayos. Valera es un escritor de difícil clasificación; atacó tanto el romanticismo como el realismo y el naturalismo. Consideró que el arte no tiene ningún objetivo, excepto servir a la belleza, crear arte, pero tampoco se adscribió a los movimientos claramente esteticistas de final de siglo como el -arte por el arte- o el simbolismo; elogió la obra de Rubén Darío pero tampoco se le puede considerar modernista. Murió en Madrid en 1905.