...A las once, en efecto, la doncella anunció a la viuda. Estaba convenido que se disfrazarían juntas, antes de la comida, y que a las dos y media las recogería a ambas la pandilla pseudococineril de la carroza. -Ahora o nunca- se dijo mentalmente Inocencia al sentir avanzar a Josefina por los corredores, hacia su compartimiento. Y rapida, mal envuelta en su pijama de seda japonesa, tumb o se boca arriba, en negligente actitud, sobre la cama: -¡Adelante!...- suspiro, con arrastrado mimo de gata adormilada. -Pero ¿t o davia estas asi, grandisima perezosa? y Josefina, al decirlo, se aproximo a la chiquilla para est a mparle en la cara un beso de salutacion amistosa. -Si, hijita... ¡Tengo una galbana! Y luego, el baño, la gran pereza de levantarme para zambullirme en el baño... Quisiera que la cama se pudiera transformar , por arte de birlibirloque, en una gran bañera... -Pues veras que pronto te lanzo fuera, gandula. Ahora veras...