...Si hay un asesinato planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquél que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esta persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña. En verdad, la fama de Ambroglio Descarte, el principal asesino de mi señor Cesare Borgia, se debe en gran medida a su habilidad para realizar su tarea sin que lo advierta ninguno de los comensales y, menos aún, que sean importunados por sus acciones... ...Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, de haberlas) haya sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado, y en este punto un buen anfitrión tendrá siempre un nuevo invitado, quien habrá esperado fuera, dispuesto a sentarse a la mesa en ese momento…
Poco antes de la hora de su ejecución, una mujer narra, en una fascinante confesión a su sacerdote, la historia de su apasionado amor por un ser divino a la vez que diabólico. Una historia que nos sumerge en un mundo de terror desde su comienzo en 1212, en la Francia de las Cruzadas, hasta su fin, en la época actual. A través de personajes y escenarios llenos de misterio y sensualidad, la protagonista nos da a conocer los asombrosos hechos que forjaron su sobrenatural existencia. Amada por un ángel caído en los infiernos y atormentada por otros, Juliette se verá forzada a sobrevivir a horribles y también sublimes experiencias que sólo a un mortal llegará a confesar. Es éste un inolvidable relato que nos sitúa en presencia de seres seductores, poderosos y pasionales que se mueven con naturalidad entre la inocencia y la crueldad. Pero es éste también un poético viaje al corazón de un ángel caído cuya lectura resulta imposible interrumpir.