CARMELO MONEDERO GIL

Los conocimientos psicológicos de nuestros psicólogos y psiquiatras están plagados de prejuicios. Esto no debe extrañarnos, si tenemos en cuenta que conocerse a sí mismo, y a los demás, es algo que todos nos proponemos y nunca alcanzamos. Sin embargo, estos profesionales dicen que practican una ciencia. Nosotros, necesitados de ayuda, nos lo creemos. Seria conveniente que reflexionaramos un poco, para darnos cuenta que saben menos del ser humano que muchos profanos. El hombre de la calle tiene mas conocimientos psicologicos. Sin hablar de poetas y literatos.

La psicología es la descripción de la experiencia de la vida. Eso es lo que se proponen los literatos, pero recurriendo a los personajes más diversos. Si pu diéramos escribir una novela sin argumento, ésa sería la auténtica psicología. Sin argumento, pero encontrando las palabras exactas que nos hablen del ser h umano. No es fácil conseguirlo, aunque debamos intentarlo. Para ello tenemos q ue liberarnos de todos esos prejuicios que afirman con rotundidad aquello quet ratamos de desvelar. Describir no es tanto hacer ciencia como ser consecuentes con lo que sentencia la experiencia de la vida. Los psicólogos suelen pretend er hacer del conocimiento humano una ciencia, en el sentido que parta de lo qu e podemos observar. Si olvidan la psicología descriptiva nunca sabrán lo que e stán estudiando. Por eso no son respetados. No saben de lo que hablan aunque t odos estemos de acuerdo en que podemos necesitar su ayuda o la de otros. Se li mitan a dar explicaciones de los hechos observados como si fueran biólogos o m édicos. Antes de dar razón de lo que creen observar, deben describirlo adecuad amente. De cosas tan importantes como el amor no saben nada, ni quieren decir nada. Si les hablaba de ello a mis alumnos universitarios, parecía que estaba violando algo, aunque todos hablemos una y otra vez de él. No parece ser cosa de psicólogos sino del hombre, de todos, de la calle. Por eso nuestra psicolog ía académica, con sus pretensiones científicas, se dedica al estudio de lo irr elevante. Yo no creo haber dado con la piedra filosofal que aclara todo, pero por lo menos lo he intentado.

La psicología actual se ha desarrollado en tal cantidad de direcciones diversas que amenazan no sólo su unidad, sino su objeto de estudio mismo. Es necesario que la Psicología no renuncie a ser un conocimiento del ser humano, lo que es lo mismo que decir que debe hacer gravitar su reflexion en los hechos de conciencia. En estos hechos, y no en la conducta, debe buscar sus fundamentos. La vuelta a los hechos de conciencia no supone el regreso de la introspeccion, sino la descripcion de los fenomenos de conciencia mismos.La autentica descripcion de los hechos de conciencia solo puede ser realizada de una forma rigurosa partiendo de la Fenomenologia. Esa antropologia fenomenologica debe ser el fundamento de la psicologia empirica. Los psicologos, por razones diversas, ignoran en que consiste la descripcion fenomenologica de los hechos de la conciencia. En el presente libro, los interesados en el tema pueden adentrarse en el conocimiento de la Fenomenologia, sin tener que pasar, como es habitual, por los complicados y prolijos razonamientos que conducen a la reduccion fenomenologica. Si la Fenomenologia es la descripcion de lo evidente, podemos ir de evidencia en evidencia hasta redondear nuestros conocimientos del fenomeno humano.

Es preciso que la Psicopatología afronte las problemáticas humanas tal y como ellas se presentan, sin ocultarlas con diagnósticos ni peregrinas especulaciones científicas. Hay que volver a la conciencia, al sujeto humano, para ver cómo se manifiesta él mismo. Es imposible ayudar a nadie si ignoramos lo que está experimentando. Por eso ésta es una Psicopatología Humana que se distancia bastante de las psicopatologías a que estamos acostumbrados.