La llegada a Roma a comienzos de siglo de Caravaggio y Annibale Carraci marcó un giro fundamental en la historia del gusto artístico que, tras superar el academicismo y el virtuosismo de las formas manieristas todavia muy difundidas, inauguro una nueva relacion con la realidad y la naturaleza. En este sentido, las obras que Caravaggio realizo en Napoles al huir de Roma se convirtieron en savia vital para la renovacion artistica, mientras que en Toscana la pintura alcanzo la dignidad y la esencia propias de un intenso patetismo atento al realismo en expresiones y movimientos. En esta misma linea, en Milan se pintaron palas de altar que poseian la eficacia persuasiva de los lienzos de Ludovico Carraci, a la vez que la pintura genovesa estuvo absolutamente influenciada por la estancia en la ciudad de Rubens. Tampoco se descuido el alcance indiscutible del teatro barroco, caracterizado por el efectismo y lo maravilloso, ni aquel novedoso gusto por lo descriptivo y lo minucioso hasta en los mas minimos detalles de la realidad exterior difundido en Roma, Napoles, Genova, Turin y Milan gracias a los artistas procedentes del norte de Europa. Con esta obra Giuseppe Pacciarotti, tomando como punto de partida la pintura en Roma, centro promotor del nuevo lenguaje barroco, se adentra en el intrincado recorrido de la pintura del Seicento de acuerdo a una perspectiva regional. Los diferentes itinerarios de cada centro artistico se dividen en funcion de la investigacion sobre las diversas tradiciones artisticas y sobre todos aquellos pintores cuya obra, aun en su diversidad, es testimonio de una dependencia comun al espiritu del Barroco europeo.