La insurrección húngara de 1956, ahogada en sangre por el ejército soviético, fue el mayor desafío contra la hegemonía de la URSS durante sus cuatro décadas de vigencia en la Europa del Este. No sólo puso en jaque su dominio militar en el bloque oriental, sino que amenazó con destruir el sistema dominado por los partidos comunistas.
LA INSURRECCIÓN HÚNGARA DE 1956, AHOGADA EN SANGRE POR EL EJÉRCITO SOVIÉTICO, fue el mayor desafío contra la hegemonía de la URSS durante sus cuatro décadas de vigencia en la Europa del Este. No sólo puso en jaque su dominio militar en el bloque oriental, sino que amenazo con destruir el sistema dominado por los partidos comunistas al dañar irremediablemente el principio de unidad ideologica y de solidaridad del internacionalismo proletario instaurado y dirigido por el Partido Comunista de la Union Sovietica despues de la Segunda Guerra Mundial. Este hecho explica que la intervencion militar sovietica contra los reformistas de Imre Nagy, cuyo objetivo fue acabar con la insurreccion y reinstaurar el orden socialista previo, encarnado ahora en Janos Kadar, fuera respaldado sin fisuras por los demas gobiernos socialistas y por todos los partidos comunistas del mundo, incluidos los europeos occidentales, con el frances e italiano a la cabeza. Por supuesto, el fracaso del giro reformista encabezado por Imre Nagy, saboteado desde un primer momento por el sector estalinista de su partido, tuvo mucho que ver en el desarrollo de los acontecimientos: los errores de 1955 condujeron al pais al callejon sin salida de 1956. Los jovenes mas rupturistas quisieron ver en la fecha del 23 de octubre de 1956 una situacion de vacio de poder en la que hacer posible la ineludible regeneracion del sistema, frustrada unos meses atras. Esta vez su empeño logro el apoyo del Primer Ministro Imre Nagy, quien a partir de entonces quiso impulsar su añorada refundacion del Estado haciendo de los acontecimientos del otoño de 1956 el año cero de la nueva Hungria. Sin embargo, lo que podria haber sido la fantastica historia de todo un pueblo, en palabras de Edgar Morin, termino en tragedia.