Los j#venes buscan su sitio en la vida, encienden una vela para no tener que seguir maldiciendo la oscuridad que la sociedad les proporciona. El conocimiento es un proceso activo, transformador, vivo, de b#squeda continua en di#logo. Ofrece una narraci#n viva del pensamiento filos#fico, tradicionalmente momificado en el que los estudiantes son los protagonistas de sus vidas, de su educaci#n y no los ense#antes ni las materias. Chicos y chicas dan vida a las aulas, y dialogan entre ellos y con los fil#sofos en busca de una verdad que no les llega llovida desde arriba. Van aprendiendo a pensar por s# mismos en busca de sentido en el quehacer de sus vidas como personas razonables, aut#nomas y responsables, que toda sociedad democr#tica necesita, y no son adoctrinados ni amaestrados por los "sabios" o listos de siempre.
Lugar, donde caminan historia y naturaleza en mágica compenetración, donde escuchas latir corazones de otras vidas. He querido seguir la senda fecundada por nuestra tradición cultural y artística: El Arcipreste de Hita, el Marques de Santillana; Nuestra edad de oro y de plata de nuestra cultura: Lope de Vega, Quevedo, Gongora, Jovellanos, Juan Ramon Jimenez, Antonio Machado, los poetas del 98, Unamuno, Ortega, la generacion del 27, Panero, Rosales, Garcia Nieto, Jose Luis Abellan, Velazquez o Sorolla. Teofilo Gautier, Alejandro Dumas o E. Hemingway. Todos ellos han dejado su huella en la luz con la que brillas. Ellos han dado su voz a tu silencio. Tengo la osadia de introducirme en esta senda, en una serie de reflexiones henchidas de emociones y pasiones, de agradecimientos y, sobre todo, de amor. No se si este amor mio es el amor intellectualis que colmo la intensa vida del filosofo Baruch Spinoza, o un ensayo de amor intelectual que diria mas tarde Ortega, en sus Meditaciones del Quijote.
Entiendo la educación como el quehacer de nuestras vidas, nuestro gran quehacer, el gran reto de vivir, que tenemos ante nosotros. La educación es la esperanza que nos queda. A menudo se habla de lo contrario, de la desesperanza, de los fracasos. El ser humano necesita autocompadecerse para ser feliz ¿Sera verdad? El libro que hoy tienes en tus manos no se limita a maldecir la oscuridad, sino que quiere encender una luz en este complejo mundo de nuestra educacion, de nuestro quehacer en la vida. Si la educacion consiste en aprender: a ser, a vivir, a convivir, a desarrollarnos como personas, es necesario poner en practica todas las artes para conseguirlo.
Nuestra civilización sigue teniendo un tema pendiente: la educación, la educación de los ciudadanos. Una educación concebida como un proceso activo de desarrollo conjunto del pensamiento y de la acci
Esta obra presenta una visión nueva acerca de la educación, en su dimensión teórico-práctica. Partiendo del método dialógico socrático, el autor -en un estilo directo, llano y dinámico- ofrece una integracion entre los fundamentos teoricos de un concepto de educacion democratica y la accion en el aula. Un concepto que tiene como objetivo principal el desarrollo de la persona. Establece que el estudiante, como centro de su propia educacion, es capaz de desarrollar el pensamiento critico y creativo. El estudiante, en continua busqueda de la verdad, llega a aprender aquella verdad que es significativa para el, la verdad que da sentido a su vida. El conocimiento, asi, se concibe como un proceso activo, dinamico, vivo, de busqueda continua, construido dentro de la comunidad del aula en dialogo. Y el profesor como un miembro de la clase que necesita hacerse aceptar como tal. Este libro esta escrito en un estilo directo, llano, dinamico, con numerosos ejemplos que hacen sus lectura facil y entretenida. Los dialogos de los propios estudiantes brindan un ameno metodo de aprendizaje.