Este libro pretende ofrecer una amplia exposición del ordenamiento jurídico romano dirigida no sólo a los estudiantes de las Facultades de Derecho sino en general a los interesados en profundizar en esta materia.La obra se articula en dos partes, la primera de las cuales constituye un marco introductorio en el que se describen el origen y la evolucion de las instituciones juridicas publicas y privadas desde la fundacion de Roma hasta el gobierno del Emperador Justiniano I; la segunda aborda el tratamiento sistematico de las instituciones juridico-privadas, centrandose en el denominado periodo clasico y prestando especial atencion al derecho patrimonial. La presentacion de los contenidos posee como notas distintivas su particular atencion a la organizacion politica, social y economica romana en las diversas epocas historicas, la constante fundamentacion del discurso en las fuentes de conocimiento juridicas y literarias y la intencion de mostrar la dinamica del derecho romano en su devenir historico.
¿Democracia en la antigua Roma? Quizá el título haya puesto en guardia al lector desde el primer momento. ¿Acaso no son la realidad histórica de Roma y la democracia conceptos incompatibles, casi contradictorios? ¿No sabe toda persona medianamente culta que democracia es palabra y realidad nacida en Grecia o, al menos, en algunas poleis griegas, señaladamente en la Atenas de Clístenes y de Pericles? El fin de la polis ¿no supuso también el fin de la democracia? ¿No hubo que esperar hasta el siglo XVIII para observar la reaparición de esta idea? La democracia ateniense era una democracia directa que, sin embargo, dejaba fuera a las mujeres y a los esclavos, desmintiendo así de forma clara su propio ideal de igualdad o isonomía. La moderna es una democracia representativa, pero legítimamente fundada —tras una larga andadura— en el sufragio universal. Tampoco la polis es el Estado moderno. Frente a tal estado de cosas este libro quiere reivindicar una democracia romana. Y pretende hacerlo para fundar las bases de una teoría integradora de las instituciones democráticas en Occidente. Es verdad que la democracia griega se hundió en los temporales políticos del helenismo. Pero Roma conoció la participación del populus desde su primera constitución monárquica. El rey romano fue un rey electivo. Como lo fueron sobre todo los cargos públicos de la República, empezando por aquellos dos cónsules anuales, herederos de la regia potestas.