El capitalismo, término tabú hasta hace poco, es hoy un sistema bulímico que, para perpetuarse, necesita de un crecimiento continuo y que basa su expansión global planetaria en la depresión salarial y la sobrecarga de la biosfera. Incapaz de satisfacer las necesidades humanas, día a día pierde girones de su legitimidad social y ecológica. Y también económica. Lejos del armonioso funcionamiento de los mercados que predican los neoliberales, sus agudas crisis son continuas. Hoy el capitalismo es sub-óptimo: ya no es el mejor de los sistemas concebibles. Desde 2008 se han sucedido a una velocidad de vértigo un acontecimiento crítico tras otro, secuencia cuya lógica debemos intentar comprender para enfrentar con éxito la salida de la crisis. En pos de ello, Michel Husson nos propone un recorrido en diez etapas que nos permite colocar cada pieza en su sitio y que representa un creativo rescate de las herramientas metodológicas del marxismo.
Este libro analiza la trayectoria reciente del capitalismo mundial a partir de dos grandes tendencias. La primera es la baja permanente y prácticamente universal de la parte de ña riqueza producida que vuelve a los asalariados; la segunda es la formación de un mercado mundial. Estas dos tendencias son perfectamente coherentes con las exigencias de rentabilidad del sistema. Pero han conducido inexorablemente a la acumulación de desequilibrios que son el origen de la crisis actual.
Antes de los parados existían los pobres. Estas dos categorías no se solapan, pero es llamativo ver cómo ambas están sometidas al mismo tipo de argumentación. El debate de las leyes sobre los pobres en Inglaterra suscito argumentos muy similares a los que se utilizan hoy para criticar el asistencialismo: ayudar demasiado a las personas pobres, o a las paradas, les incita a quedarse en su estado. Este paralelismo me ha llevado a querer pasar revista a los discursos de legitimacion de la existencia de personas excedentarias en sus sucesivas formas historicas