Conquista, anexión, unión, incorporación. A pesar de que han transcurrido cinco siglos, los acontecimientos ocurridos en Navarra entre 1512 y 1529 continúan siendo objeto de agrios debates y de encontradas interpretaciones. Sin duda, quinientos años después siguen pesando más los sentimientos del presente que el conocimiento del pasado.
El apasionante año que discurre entre junio de 1521 y julio de 1522 o, lo que es lo mismo, entre la Batalla de Noáin y la toma del castillo de Amaiur, es uno de los periodos clave en la Historia de Navarra. Nunca como entonces las opciones militar, politica y diplomatica estuvieron tan abiertas para el futuro de un pequeño reino pirenaico. En el contexto de las revoluciones españolas de Comuneros y Germanias y la reactivacion de la rivalidad europea entre Francisco I de Francia y el emperador Carlos V, los navarros iban a mostrar una mayor unanimidad en la defensa de su independencia que en 1512. La derrota de Noain que bien pudo haber sido una victoria- fue solo un reves militar rapidamente compensado por la creacion en la Navarra cantabrica de un mini-estado legitimista. Las conversaciones franco-imperiales celebradas en Calais bajo la mediacion de Enrique VIII de Inglaterra se decantaron finalmente a favor del emperador, pero bien pudieron haber conllevado la restitucion del reino a Enrique II de Navarra. Y, finalmente, el proyecto de crear una chancilleria vasca con sede en Pamplona que aglutinara a los territorios entonces castellanos de Alava, Bizkaia y Gipuzkoa y al Reino de Navarra hubiera supuesto un futuro distinto incluso dentro de la Corona española. La heroica defensa de Amaiur y la desaparicion de los principales lideres legitimistas navarros no significo el final de aquella Guerra de Navarra, pero si un punto de inflexion que la redujo a una pugna por el control de la Baja Navarra.