Philippe Erlanger

Souverain des Pays-Bas, roi des Espagnes et des Deux-Siciles, empereur germanique, Charles Quint était le maître d'un des plus grands empires que l'histoire ait connus. Or il se trouve investi de cette prodigieuse puissance au moment où l'Occident change de cap. Se considérant comme le restaurateur sous son sceptre impérial de l'universalité chrétienne, comme le garant suprême de la paix du monde dans l'unité de la foi catholique, il se heurte à la montée des particularismes nationaux et religieux et au dépérissement des valeurs médiévales. La puissance ottomane, l'explosion de la Réforme et enfin le comportement réaliste de la France qui, n'obéissant qu'à l'intérêt national, s'alliait aussi bien aux Turcs qu'aux princes protestants, contribuèrent à l'échec de ce que Philippe Erlanger fait apparaître comme la lutte héroïque et désespérée du dernier César, «gérant de la chrétienté», pour sauver l'Ancien Monde.

La historia del último César, ´Gerente de la Cristiandad´, el pequeño hombrecillo desmedrado que portó cuarenta años el peso de reinos innumerables y quiso forzar a la Iglesia a que se regenerara, esa historia puede ayudar a comprender mejor cómo los pioneros del Renacimiento nos han llevado hasta el punto al que hemos llegado. El autor desarrolla especialmente la faceta europea de este rey de España.

Felipe V, el primer monarca de la dinastía borbónica, responsable de la iniciación de la descentralización de España, tuvo una vida de trazos variados. En ocasiones sumamente varonil y soberano absoluto del Antiguo Regimen, fue a veces una persona debil, dependiente del amor.

Tras casi medio siglo en el poder, Felipe V convirtió a España en una potencia abierta al comercio y el espíritu cultural europeo. Pero el hombre que logró ese esplendor económico y artístico tuvo una vida llena de claroscuros, en especial en sus relaciones matrimoniales. Con un gran dominio narrativo, Philippe Erlanger mantiene al lector atento a las intrigas cortesanas, pero también al desarrollo de la Guerra de Sucesión, a los envites del abate y después cardenal Alberoni por devolver la grandeza a España tras este conflicto, o a las obsesiones diplomáticas de Isabel de Farnesio.