Cuando murió su padre, Nur y Hossein heredaron el tar, una especie de laúd que en su familia se transmitía de generación en generación. Pero el instrumento se les resistió, negándose a emitir los acordes místicos que hacen célebres a los músicos de Irán. Entre sus dedos, no parecía más que un pedazo de madera. ¿Era, acaso, una maldición?
A la mort de mon père, j'ai reçu le târ qu'on se transmet dans ma famille de génération en génération. L'instrument m'a résisté, refusant de libérer les accords mystiques qui font la gloire des musiciens d'Iran. Sous mes doigts, il ne semblait plus qu'un morceau de bois sans sève. Etais-je maudit ? Quel crime devais-je donc expier ? A moins que ce ne fût le târ qui portât un secret trop lourd pour vibrer comme autrefois. J'ai brûlé ses cordes et je suis parti trouver le luthier d'Ardabil. Mais changer les cordes d'un târ, c'est changer son âme. Et celle du musicien qui le possède. Je ne reviendrai jamais d'Ardabil.
En 1923, la república de Atatürk prohíbe la lengua y escritura árabes a favor del alfabeto latino. Servidores de Alá y de los sultanes, los calígrafos son marginados y sus escuelas abandonadas. El su
L héro¯ne revient dans ce village de son enfance aprés des décennies d absence. Voir le jour et grandir dans le village natal de Gibran Khalil Gibran l a marquée á vie. C est son exemple, la parole t
«Me apagué el 26 de abril de 1986, a la edad de ochenta y tres años. Estambul celebraba la fiesta del Tulipán en Emirgan... Mi muerte fue tan dulce como la punta de la caña mojando sus fibras en el tintero, más rápida que la tinta embebida por el papel.» Así habla la calígrafa otomana Rikkat cuando empieza el relato de su vida. En 1923, ya sabe que nada podrá apartarla de la caligrafía. Ese mismo año, rompiendo con el islam, la república de Ataturk prohíbe la lengua y escritura árabes a favor de una versión modificada del alfabeto latino. Servidores de Alá y de los sultanes, estos «obreros de la escritura» son marginados y sus escuelas abandonadas. En una de ellas se cruzan Selim, el antecesor virtuoso, y Rikkat, encargada de abastecer de papel y cálamos a estos ancianos despreciados por el nuevo régimen. El suicidio de Selim sellará un pacto inviolable entre la joven alumna y el arte de los calígrafos. Antes de morir, el hombre le lega su escribanía y su tinta de oro. Posteriormente, mucho más... durante sus divertidas visitas desde ultratumba. Mezclando el mundo desconocido de las prácticas de la escritura y la Turquía contemporánea librada a las influencias occidentales, Ghata firma una primera novela clásica e inspirada.