¡Sólo por opinar entras en el sorteo mensual de tres tarjetas regalo valoradas en 20€*!
(2) comentarios
(2)
(0)
(0)
(0)
(0)
2 opiniones de usuarios
preservado
29/04/2011
Tapa blanda
Buena novela a la que no le saobran páginas, con personajes muy bien disbujados y perfilados, que escapan del estereotipo. Altamente recomendable.
Vengador Cívico
28/04/2011
Tapa blanda
Este novela de verdad que me gustó mucho. Transcribo aquí el prólogo de Carlos Salem, quien lo sabe decir mejor que yo: El blues del regador regado por: Carlos Salem ¿Bukowski en Miraflores? ¿Bandini en la Avenida Pardo? ¿El personaje espejado de Miller en una Lima que siempre se está desperezando del último sueño o de la pesadilla que viene? Casi, pero no. Por suerte, porque aunque en Carroñero encontremos signos vitales de esas búsquedas que no han variado mucho en medio siglo, también está el desconcierto nacional que une a países diferentes. El hombre al costado de un sistema que desprecia o al que quiere acceder por sus propios métodos, el artista que pretende serlo para dar un motivo a su existencia ya que no lo encuentra para las de los demás, el paria por voluntad que desconfía de los caminos conocidos pero se sabe demasiado perezoso para trazar uno propio. Todo eso y más es Gonzalo, el protagonista de esta novela, un escritor que no ejerce aunque se pase horas frente a un cuaderno en la mesa de un café, sin ver, tal vez, que la inspiración que espera pasa por la acera opuesta, como la vida. Y también un amoral con complejo (leve) de culpa, que le teme al amor más que a la vejez. Cuando por fin se encuentra ante la situación ideal que siempre ha requerido para escribir (supervivencia asegurada por un tiempo, ninguna obligación, y hasta una bella mujer dispuesta a soportarlo por un tiempo), Gonzalo descubre que no se le ocurre nada que valga la pena escribir. Es entonces cuando entra en juego el otro personaje que hace avanzar esta novela: García, todo lo que Gonzalo no quiere ser, es decir un trabajador regular de un oficio nada artístico, un tipo del montón y, para colmo, un cornudo vocacional que no sabe si la infidelidad de su mujer lo indigna o lo excita o ambas cosas a la vez. Ejerciendo de terapeuta sin serlo (todo por la pasta), Gonzalo descubrirá no sólo un tema sobre el que escribir sino también que la desesperación más cotidiana no perdona ni a los artistas. Que el amor no siempre espera y los titiriteros duermen con los ojos abiertos porque sospechan que alguien maneja sus propios hilos. Y que todo voyeur (todo escritor), se sabe espiado mientras espía las vidas ajenas. A ritmo de blues, esta novela cuenta la historia de un regador destinado a ser regado, un pillo con conciencia pero dispuesto a perdonarse siempre, acaso porque sospecha que nadie más lo hará. Como fondo, una Lima que también podría ser Madrid o París, porque todas las ciudades acaban por revelar su condición provinciana cuando las conoces demasiado. Y los otros artistas, aquellos con los que Gonzalo se identifica menos que con los mecánicos o las viejas que hacen cola en el súper. Y Mónica, la promesa de algo por lo que valga la pena levantarse cada día, la seguridad de la que el escritor con dudas escapa y a la que deseará volver cuando aprenda que si es difícil manipular las palabras, con la vida es todavía más complejo. Porque la vida muerde cuando te quedas quieto. Y no respeta, ni siquiera por cortesía profesional, a los otros carroñeros. Carlos Salem