Estaba el día
Con olor de agua pasada,
callado el cielo en su misterio,
el campo obediente
tenía color aun sin verlo;
sus aromas, en las flores,
en las matas, en los fresnos.
Vida y vidas.
Cada rincón ofreciendo
gracia regalada,
no podía evitar
o un canto, o un suspiro.
Estaba bello aquel día, era felicidad
mi cobijo:
y en el cobijo,
a buen recaudo, los pensamientos.
Pasaba el aire,
pasaba el tiempo,
yo pasaba de la tristeza a la levedad del silencio.
Contándole al silencio, de María José Pérez Grange.