Don Quijote de la Mancha, obra maestra de Miguel de Cervantes, se revela al lector atento como un verdadero tesoro iniciático. Mientras la academia acostumbra a presentar el texto como una crítica a la caballería a través de la parodia de unas novelas aún en boga a finales del siglo XVI, aquí sostenemos lo contrario: que la obra defiende y celebra la caballería en su dimensión iniciática. Cervantes, al igual que Rabelais, recurre al principio hermético del reverso dionisíaco, por el cual se denuncia o ridiculiza lo que en realidad se promueve o ensalza. Bajo el velo de lo cómico, aflora una caballería entendida como vía del despertar, que surge desde el Imaginal. Signos, símbolos, mitemas y juegos de palabras se entretejen con sutileza para transmitir una enseñanza iniciática magistral, situada en la encrucijada de la metafísica nodual, la cábala y el hermetismo. En estas páginas convocamos miradas que liberan: la de una espiritualidad laica, despojada del peso de las instituciones, de los códigos y de las normas de la mundanidad la del viaje iniciático, esa locura que libera la de la caballería errante, que escapa a toda tentativa de organización, única caballería verdaderamente iniciática la de las alquimias internas la del amor cortés, el Amor, en definitiva, sin objeto la de la pareja como vía del despertar la de la Mujer, libre, secreta, sagrada, iniciadora original y última, Misterio de los misterios que impregna el Don Quijote de la Mancha.