¿Por qué fracasaron las tropas españolas frente a Abd-el-Krim en julio de 1921? ¿Cómo fue posible que alrededor de 12.000 soldados españoles y más 2.000 indígenas del ejército español, cayeran sucesivamente, primero en Albarrán, luego en Igueriben y finalmente en Annual? ¿Solo la precipitación irreflexiva del Comandante General de Melilla, el general Manuel Fernández Silvestre, favorito de Alfonso XIII, la hizo posible? Esta monografía de lo ocurrido en julio de 1921 en Melilla viene a resumir los antecedentes, los hechos y sus causas, las consecuencias que tuvo y su continuidad. Ramón J. Sender en su novela Imán, José Díaz Fernández, en la suya, Blocao, y Arturo Barea en la Forja de un rebelde ya nos narraron, como protagonistas que fueron de aquella campaña, el estado de desidia, la falta de preparación, la malnutrición, en que se hallaban unas tropas extraídas de las capas más humildes de la sociedad que no se podían permitir el pago que les libraría de tal obligación. Bastos Ansart coincide en este mismo análisis y añade la desidia de los sucesivos gobiernos, poco conocedores de la situación, poco interesados en ella, que no decían la verdad sobre lo que estaba ocurriendo. Para nuestros generales, el parte más brillante de una operación, era el que decía ninguna baja peninsular, y esto, que aparentemente era lógico, que todos debíamos desear, esto, destruía en sus bases esenciales la utilidad de aquel ejército, que en lugar de ser un elemento de fuerza y resistencia, con costumbre y entrenamiento proporcionados al enemigo especialísimo con quien había un día de combatir, era una agrupación de aburridos soldados, viviendo en la holganza, sin interés en el problema en que intervenían, ni estímulo ninguno para portarse bien. Francisco Bastos Ansart, El Desastre de Annual.