Vulf está viejo. Ha luchado y ha vencido. Pero también ha perdido. Ha amado, ha reinado, ha sido aplaudido y deseado. Y ha vuelto a perder. No hay criatura que no haya sentido el filo de su espada si lo merecía, ni amante que se le haya resistido. Sus ojos cansados han contemplado tantas maravillas imposibles como horrores inolvidables. Pero todo eso se acabó. Es el crepúsculo de su vida. Algo le está matando desde dentro y le dirige a la tumba sin remedio. Es hora de retirarse y descansar para siempre en su panteón familiar.