Desde las más remotas épocas el ingenio humano ha creado máquinas y objetos con los que ha intentado reproducir los sonidos de la naturaleza y de la voz y el cuerpo humano: máquinas, sofisticadas o no, que conocemos como instrumentos musicales. También la invención y experimentación científica ha llevado a crear autómatas, muñecos animados que reproducen los gestos humanos y de los que hay constancia de manera visible al menos desde el renacimiento (Turriano, Da Vinci y otros). Esta intención de sustituir las tareas propiamente humanas a través de máquinas ha sido una constante y las ciencias han caminado en esa dirección a lo largo del tiempo; podemos decir que nuestra IA actual es una demostración de ello. Este interesante libro de la Dra. Esther Burgos Bordonau, trata también de eso, de sustituir a la persona humana, al músico práctico, por un mecanismo que hace que suene un piano sin necesidad de un intérprete. El mecanismo, como se explica en este libro, reproduce de manera automática piezas musicales que han sido previamente grabadas en papel perforado haciendo que suenen las notas en un piano real. Con su extensa investigación, la doctora Burgos nos lleva al increíble mundo de la pianola. Nos sitúa en una etapa concreta de la historia musical, la de finales del siglo XIX y principios del s. XX, en plena industrialización, y todo ello en relación con un instrumento fundamental en la música de los siglos XIX y XX (y anterior y posterior, por supuesto): el piano.