El nacimiento del siglo XX y su escasa andadura a través de sus algo más de tres primeras décadas resultan imprescindibles no sólo para entender la caída de la monarquía y la proclamación de la II República, sino también el estallido de la Guerra Civil Española en 1936. En casi un abrir y cerrar de ojos la nación asiste al declive de la Restauración y de un régimen, la monarquía, permanentemente cuestionado y falto del sustento necesario para constituirse en árbitro de los avatares políticos del momento; conoce una dictadura, la que durante siete años mantuvo Primo de Rivera con el apoyo de Alfonso XIII; oye resonar el eco revolucionario de la clase obrera y del campesinado; sobrevive a la cruenta guerra del Rif y a las masacres ejecutadas por las kabilas de Abd-el-Krim; y, finalmente, estalla de júbilo ante la llegada de la República. Un tránsito vertiginoso que muestra la inquietud de un pueblo por su supervivencia.