Tras la muerte de Franco en 1975, la transición a la democracia se convirtió en mito fundador de la España actual. Espejo pacífico de la tragedia que supuso la Guerra Civil de 1936-1939, no habría provocado derramamiento de sangre. Sin embargo, los más de 700 muertos y las 3.000 acciones violentas examinados en este libro demuestran lo contrario y, al volver a situar la violencia generada por las protestas de todo cariz en el meollo del análisis, renueva en profundidad la interpretación de este periodo clave de la España contemporánea.