LECCIONES DE LITERATURA UNIVERSAL CONTEMPORANEA

Hace unos años, en una Conferencia sobre políticas educativas de la UNESCO, aparecía la siguiente propuesta: "La calidad y armonía de la vida dependerán en gran medida del modo en que se inculque a los jóvenes la creatividad y la capacidad de disfrute estético". Parece ésta una afirmación que gravita lejos de los planteamientos generales de una sociedad marcada únicamente por el marchamo del consumismo. En efecto, cuando el mundo occidental da prioridad al rendimiento económico, al bienestar material y al desarrollo tecnológico, parece que el disfrute o el placer quedan relegados a los objetivos fáciles e inmediatos: el cine de acción o de sexo, la riqueza, los videojuegos, la telebasura. Sin embargo, esa actitud va también ligada a la decadencia de la sociedad contemporánea, que ha perdido la capacidad para disfrutar en otros parámetros, en los que quizá el hombre tiene que poner un esfuerzo inicial para conseguir el placer: el mundo del arte, la literatura, la contemplación de la naturaleza, etc. Visitar un museo es, la mayoría de las veces, una forma de rellenar un tiempo muerto para el turista aburrido, y no una forma de enriquecerse espiritualmente. Asimismo, leer un libro puede ser una coartada para permanecer horas tomando el sol en una playa del Mediterráneo. La literatura y el arte son, además de compañeros que alimentan la naturaleza espiritual del hombre, instrumentos privilegiados de comunicación. Para comunicar es preciso, en primer lugar, saber qué se quiere decir, cómo se va a hacer y cuál es el público a quien va dirigido. Por eso es muy importante que el emisor conozca bien los mecanismos de la comunicación, y sobre todo los de la recepción, es decir, qué recursos debe utilizar para llamar la atención del lector, interesarle con su tema y meterle en su mundo. La estética de la recepción, a partir de Jauss, ha indagado desde mitad del siglo veinte todas estas cuestiones, y ha elaborado un horizonte de expectativas, que explican no sólo el comportamiento del lector, sino también los recursos del emisor para captar el favor del que reci