El Libro del Buen Amor es una obra escrita con ánimo moralizante y de divertir, de manera que los amantes escarmienten en cabeza ajena. Para ello, adoptando el recurso de hablar en primera persona, su autor, el Arcipreste de Hita, nos cuenta una serie de aventuras amorosas enlazadas por los comentarios y digresiones del propio autor que prestan la suficiente cohesión para mantener la unidad del relato, pero que, por otra parte, dan cierta independencia a cada historia, lo que permitía a los juglares de la época llevar en su repertorio trozos del Libro del Buen Amor y recitar o cantar uno u otro aisladamente.
Ficha técnica
Editorial: Castalia
ISBN: 9788497400664
Idioma: Castellano
Número de páginas: 567
Encuadernación: Encuadernación en tela
Fecha de lanzamiento: 04/11/2003
Año de edición: 2003
Plaza de edición: Madrid
Colección:
35 Aniversario Clasicos Castalia
35 Aniversario Clasicos Castalia
Número: 161
Alto: 20.0 cm
Ancho: 12.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Juan Ruiz Arcipreste de Hita
Se conocen muy pocos datos de la vida de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Debió transcurrir entre el año 1284 y el 1350, es decir, desde la muerte de Alfonso X el Sabio hasta la de Alfonso XI, cuyo reinado coincidiría con la madurez del escritor. Basándose en documentos del Vaticano, del Colegio de España en Bolonia y otros archivos eclesiásticos, algunos eruditos han construido una biografía de Juan Ruiz que resulta muy sugerente, aunque hay que decir que la mayoría de los hechos no están demostrados. Según Emilio Sáez y José Trenchs, Juan Ruiz de Cisneros, nacido en 1295 ó 1296, fue hijo ilegítimo de un noble de Palencia que, junto con su mujer, había caído prisionero de los moros. El mismo Juan Ruiz nacería en el territorio de al-Ándalus, y más concretamente en Alcalá la Real, en la actual provincia de Jaén, a 50 kilómetros de la ciudad de Granada. Siendo todavía niño, fue liberado e inició una carrera eclesiástica auspiciada por su tío paterno, el obispo de Sigüenza. Estudió en Montpellier y viajó probablemente a la corte papal de Aviñón. Tradicionalmente se ha venido hablando incluso de sus desavenencias con el obispo de Toledo, Gil de Albornoz, que provocaron su estancia en prisión.