"Y algo más" es, por supuesto, la política. Pues mis dos grandes pasiones en la vida han sido la literatura y la política; pero la política entendida como la entendía María Zambrano, que en esto -como en tantas cosas- seguía su maestro Ortega y Gasset. Y yendo más atrás, mucho más, al hombre más justo y sabio de Atenas, a Sócrates. "(La política)... es un espacio público -escribía la Zambrano en "Senderos"- donde el ser humano se ve a sí mismo y es visto por sus congéneres; en suma, es la actividad humana que más nos ilumina, la que nos da a la luz". Creo que algo parecido puede decirse de la literatura, ya que ella también nos ilumina, nos da a la luz, y sin duda con mayor resplandor que la política. Desde mi adolescencia lo descubrí -aunque entonces inconscientemente- cuando desoyendo el consejo de mi padre -para quien la literatura, y especialmente la ficción y la poesía, eran "una pérdida de tiempo"- abandoné los libros de "ciencia" que nos traía -geografía, historia, una biología- y empecé a leer novelas. Recuerdo la primera que leí. Fue "Demian" de Herman Hesse. Me deslumbró, me sacudió hasta los huesos; a tal punto que cuando escribí "Padres e hijos" (novela reeditada en España con el título de "Pan negro") unos veinte años luego, puse como exergo una cita de esta obra. Otro tanto me ocurrió con la "La montaña mágica" de Thomas Mann, ahora con el añadido de la devoré cuando mi hermano Ricardo, como Hans Castorp, tenía "una mancha húmeda" en el pulmón. Mas no se vaya a pensar que eran sólo autores de esta jerarquía los que compraban en librerías de viejo o consumía en bibliotecas públicas. No, también me apasioné con Jack London, Sherlock Holmes, "La vorágine", "El mundo es ancho y ajeno" y un ecétera muy prolongado. Y en poesía, como sabe muy bien ex-amigo Roberto Fernández Retamar, estaba "chiflado" por Pablo Neruda, cuya "Tentativa del hombre infinito" (un muy extenso poema) me sabía del primer al último verso. Y sigo siendo un prisionero del chileno. En fin, estas dos sustancias o esencias (y en un sentido muy germinal) está compuesto este volumen, en el que lector puede espigar trabajos como "El izquierdismo, enfermedad infantil de los intelectuales" o "Confesión en clave de Morse" o "El Chivo cubano" o "¿Existe una novela revolucionaria cuban?" a dos ensayos sobre mi superadmirado Horacio Quiroga o "La noche de Lino Novás Calvo" o "Martí y el destierro" o "El espacio real: América Latina" o sobre Hemingway, Carpentier, Cabrera Infante y bastante más. Por último, "Literatura y algo más" es una suerte de testamento literario o de epitafio mío, pues sin duda es el último libro que publicaré en mi vida. César Leante