Con el comienzo del siglo XX, la familia Prytz ya pertenece por derecho propio a la nueva élite de la sociedad, esa clase social que en pocos años ha desplazado en poder e influencia a la aristocracia y, en cierto modo, aspira a sustituirla.
El magnate ha muerto y su viuda, Luisa Antoine y Zayas, orgullosa y manipuladora, gobierna con mano de hierro a la familia. El carácter de su prole se va definiendo poco a poco. Carmen, su única hija, vive su vida al margen de la familia, y de los varones, Lorenzo, el mayor, es un inconformista que no acaba de saber cuál es su lugar; Carlos, vive atormentado por un secreto inconfesable; y Manuel, el menor, es un bon vivant que se bebe la vida a grandes tragos.
Nuestros protagonistas viven a caballo entre dos mundos, el del último tercio del siglo XIX en el que han sido educados, y el primero del XX, cuando todo cambia definitivamente. Y en ese comienzo de siglo, destinado a ser el Armagedón de todos los tiempos, los Prytz asisten impávidos al final de un mundo, su mundo, que se acaba.