La historia de Luis Rubiales es la de una conspiración de poderosos de diferentes ámbitos de la vida pública española: del Gobierno, de algunos partidos políticos, del fútbol, del rentable mundo del feminismo, de algunos medios convenientemente ‘engrasados’ y de algunos personajes que no serían nada si no tuvieran en Luis un enemigo. Si algún día un periodista deportivo se atreviera a escribir la verdadera historia reciente de la Real Federación Española de Fútbol tendría que incluir un nombre y tres fechas que cambiaron la percepción sobre el fútbol femenino en particular y sobre el fútbol en general. La primera es el 17 de mayo de 2018 cuando, contra todo pronóstico, un joven ex futbolista andaluz, Luis Rubiales, gana las elecciones a la presidencia de la RFEF. La segunda fecha es la del 20 de agosto de 2023 en un estadio de Sídney, en el que la selección de futbol femenina se proclama campeona del Mundo, y Rubiales, en medio de la lógica euforia del momento, abraza a las jugadoras y da un fugaz besito en los labios a la jugadora de la selección Jennifer Hermoso. Entre esta fecha y la siguiente, el 10 de septiembre de 2023, sólo transcurren tres semanas. Ese día, el presidente de la RFEF renuncia a su cargo. La estrategia contra Luis ha sido crear rumores, materializar denuncias y promover causas judiciales que el tiempo ha demostrado que carecían de fundamento