Es un amor prohibido. Una maraña de políticos y codiciosos los mantienen separados; hombres con fortunas y títulos, hombres del Señor que conspiran para negar su verdadero amor y apagar la valiente llama. Y están a punto de lograrlo. Para Charlotte, 1356 no es el año de la Peste Negra, del fin de la Guerra de los Cien Años contra los ingleses ni en el que aumentó el poder y el alcance de la Iglesia Católica. Tampoco es el año del vasto imperio de los Borbones del que ella es heredera, ni de las grandes revueltas o pequeños milagros que se produjeron en su Francia natal. No, para ella es el año de un hombre, Gautier, un noble bastardo, un cruzado perseguido por los horrores de la Tierra Santa y que siempre ha seguido los dictados de la Iglesia, un hombre que, por mucho que lo intente, no puede negar sus sentimientos por Charlotte como tampoco puede ignorar la sagrada tarea que se impuso a sí mismo, ni las privaciones que conlleva esa decisión. Él debe cumplir su misión... aunque ello implique traicionar su corazón. El suyo es un amor prohibido y sucumbir a la tentación lo único que hará es que se ganen una plaza en el infierno. Pero vivir separados es un destino mucho más cruel.