El mostrador de Recaudación amortigua las lágrimas de vidas muy maltrechas. También se tiene que escudar ante un buen número de insultos, amenazas, soberbias, provocaciones y otras vilezas. No han faltado lamentables sorpresas de personas que han sufrido alguna crisis de salud y han terminado en ambulancias, ni casos de excesos de ira que han desembocado en manos del personal de seguridad. Pero he de decir que la mayor parte del público se presenta educada, atenta y colaboradora. Y, más aún, el mostrador posee algo muy importante: acoge un inigualable sentido del humor que, sin duda, apuntala la angustia del contribuyente y armoniza la mañana del funcionario(-a). A lo largo de tantos años han sido incontables las situaciones singulares vividas. Suelen ser sorprendentes, por ejemplo, las maneras y los argumentos empleados por los contribuyentes para explicar su situación económica y social. Ello me llevó a anotar algunos de esos momentos.