Al calor del fracaso de las ideologías como explicación del mundo, se ha gestado en el Occidente contemporáneo una inextricable amalgama entre el neoliberalismo, la teoría de género, el posmarxismo, el transhumanismo, el feminismo y la teoria poscolonial, entre otras corrientes. En ella se han fundido izquierdas y derechas hasta el punto de ser indistinguibles unas de otras; en ella conviven el populismo y la derecha alternativa con la correccion politica y la teoria queer. Este batiburrillo conforma el espectro posmoderno, el mundo liquido del que hablaba Baumann. Un mundo caracterizado por la condensacion de ideas aparentemente contradictorias y, en consecuencia, muy dificil de analizar. Es precisamente por esto por lo que se antoja necesario un ensayo como Pensar lo que mas les duele, en el que Adriano Erriguel nos descubre tanto la naturaleza del Occidente contemporaneo como la genesis y las implicaciones de los apriorismos sobre los que este se asienta. Desde el lumpenproletariado hasta la renuncia de Benedicto XVI, pasando por los burgueses bohemios y la izquierda "liberasta", el autor no se deja ningun tema en el tintero. Liberado de las opresivas cadenas del pensamiento unico, asume ese imperativo que se cierne sobre todo buen escritor: escribir, sin tapujos ni ambage
La blasfemia ya no es lo que era. Se ha resignificado. Blasfemar ya no consiste en imprecar a la divinidad y en ofender a lo más sagrado. Eso ya no es lo subversivo, desde el momento en que el poder alienta ese tipo de comportamientos. Blasfemar consiste hoy en la denuncia de una dogmatica de baratillo que ha sustituido a lo sacro y lo divino y se envuelve en las lentejuelas del progreso. Blasfemar es una cosa cada vez mas sencilla, incluso elegante. Basta con la expresion de un pensamiento contracorriente o de un discurso mas o menos ordenado, siempre que tome partido por la parte maldita y que entronque con el caracter contradictorio y complejo de las cosas. Desde las guerras culturales hasta el impacto politico del COVID, desde la utopia del multiculturalismo hasta los nuevos significados de la derecha y la izquierda, desde el retorno de la idea de raza hasta la incertidumbre sobre el futuro de Europa, Adriano Erriguel desbroza esas y otras polemicas desde la postura irreverente de aquel que escribe contra su tiempo. El pensamiento blasfemo no hace prisioneros, no busca el consenso, no es centrado ni moderadito. El pensamiento blasfemo no quiere hacerse respetable ni obtener la benevolencia del enemigo. Le basta con el recurso a la denuncia, a la satira, al humor, a la critica, y a quien le acuse de reaccionarioresponde: No hablo tu idioma.