Alain Vircondelet

On peut considérer cet ouvrage comme le testament ultime et définitif de Balthus. Commencé en 1999 et à peine achevé quelques semaines avant sa mort (18 février 2001), il résume cette traversée du siècle, solitaire et pourtant peuplée de figures légendaires, que le grand peintre a accomplie. Au célèbre critique d'art John Russel qui lui demandait quelques éléments biographiques pour l'exposition rétrospective à la Tate Gallery en 1968, Balthus répondit : « Balthus est un peintre dont on ne sait rien. Et maintenant regardons les peintures ». C'est dire combien le peintre fut toujours opposé à toute confidence autobiographique. Peintre absolu, Balthus avait coutume de dire qu'il voulait exprimer le monde et jugeait indécent le fait de s'exprimer sur soi. En 1999, cédant aux insistances de son éditeur, il décide de se confier à Alain Vircondelet qui devient son ami et partagera sa vie au chalet de Rossinière au cours de séjours réguliers. Les Mémoires de Balthus sont, à l'image de ceux de son ami André Malraux, des « antimémoires ». Qu'on ne compte pas y trouver le « misérable petit tas de secrets » qui répugnaient à l'écrivain de La Condition Humaine, mais bien plutôt une méditation sur la peinture, la vie, la mort, l'amour, où l'aveu autobiographique est cependant constamment présent, révélant un être d'exception, doté d'une immense culture, et doué d'une humanité bouleversante. La mort toute récente de Balthus apporte à ce document une valeur de témoignage inestimable. Il faut le lire comme un livre d'heures, un compagnon de chevet, qui donne des forces et des énergies et le sentiment d'être le confide

Desde su piadosa infancia en Polonia y sus años de juventud durante la guerra hasta el sacerdocio y la elección suprema, con los grandes acontecimientos y los viajes del papado, esta obra presenta el retrato de un hombre excepcional. Asimismo, describe su visión singular del mundo, que ha marcado, más allá de su propio destino, a la cristiandad y al mundo entero. Las fotografías, muchas de ellas inéditas, muestran escenas íntimas y emotivas de la vida de Juan Pablo II —la niñez, con los compañeros de estudios, las excursiones al campo, así como los momentos tranquilos de reflexión y meditación junto a sus actividades públicas—, que ilustran unatrayectoria ejemplar, pero también, y sobre todo, su extraordinaria personalidad: su fuerza y su ternura, su angustia y su piedad, su valor inquebrantable y su profunda espiritualidad, sus combates y sus ideales.

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La historia de Séraphine Louis, conocida como Séraphine de Senlis, cuya obra se copara con la de Arcimboldo y Van Gogh.

El principito es uno de los grandes éxitos editoriales de todos los tiempos. Es un libro fetiche y de culto, pero ¿cuál es la historia de su creación? En 1942, Antoine de Saint-Exupéry estaba exiliado en Nueva York. Arrastraba su melancolia por Manhattan, se dispersaba en amores de paso y exaltaba su pasion por Consuelo, su esposa. Heroe de guerra desempleado, queria volver al frente y comprometer su carne en la aventura. Se siente presionado por un grupo de la colonia de emigrantes franceses, niega las polemicas y las disputas ideologicas. La redaccion de El principito se convertira en su resurreccion y le devolvera la frescura, la libertad y su camino hacia las estrellas. Despues de estudiar documentos ineditos que provienen de los archivos privados de Consuelo de Saint-Exupery y de numerosos testimonios, Alain Vircondelet cuenta como se gesto y creo El principito, un periodo donde se entremezclan el amor, la guerra, el maravilloso espectaculo de la infancia, la soledad y la desesperacion.

"Alain Vircondelet nos relata cómo se vivieron, el 8 de abril de 2005, los funerales de Juan Pablo II, y cómo entre la marea humana que se apretaba en la plaza de San Pedro se levantaron algunas pancartas en las que estaban escritas estas palabras: Santo subito. Era el pueblo cristiano del siglo XXI que reclamaba la rápida beatificación del Papa difunto. Y la Iglesia, obedeciendo su mandato, abrió el proceso. "

El autor de esta obra nos recuerda todo su prolongado e ininterrumpido “vía crucis” personal, y lo hace apoyándose en palabras o gestos a los que en su día se dio poca importancia, pero que analizado