Il cane, il gatto, io e te. Questa che ci racconta Asor Rosa e un arca di Noein formato domestico. Un quartetto di voci che si fondono armonicamente senzasolisti. Quattro vite che si compenetrano nei piccoli gesti quotidiani e nellepiu complesse strategie relazionali. Perche (in rigoroso ordine diapparizione) un gatto piu un uomo piu una donna piu un cane femmina non fannosolo quattro persone intelligenti e affettivamente predisposte: fanno ungruppo straordinario, un''entita in grado di intuire qualche briciola di realtaprofonda, di condividere ritmi e cicli dell''universo.
La narración, de rara intensidad, se abre en 1933 con los primeros balbucientes pasos en la casa familiar y acaba en mayo de 1945, cuando, ya en plena adolescencia, Alberto es espectador de acontecimientos que lo marcaran de por vida: los bombardeos de la poblacion civil, la salida de Roma de las tropas alemanas y el posterior descubrimiento de la terrible masacre de las Fosas Ardeatinas, la entrada del ejercito americano y la esperanzadora conclusion del final de una guerra que abre las puertas de un mundo nuevo. Paralelamente al universo urbano de Roma, Asor Rosa nos presenta otra cara de la sociedad civil: el pueblo de Artena, un mundo rural en vias de extincion en el que las costumbres y las formas de vida de los hombres estan tan unidas a la tierra como los escasos arboles y animales que los acompañan y comparten con ellos sus penurias. Dureza ancestral si, pobreza tambien, pero tambien irreemplazable recuerdo de una libertad perdida, de una dignidad en el trabajo y en las relaciones familiares, de un contacto casi mistico con las raices.
En el principio fue el gato. Micho Negro, un gato proletario nos cuenta su accidentado nacimiento debajo de un coche aparcado en la Via Nomentana de Roma, y su posterior adopción por un hombre, Pa. La segunda es la mujer, Ma, y la última en llegar Condesa, una encantadora, elegante, aristocrática perrita. Micho Negro y Pa, por un lado, y Condesa y Ma, por otro, forman simbiosis perfectas en las que la humanidad y la animalidad se confunden, se funden, se entrelazan. La comunicación telepática entre ellos es perfecta, mucho más que la incompleta e inexacta verbalidad humana. Las voces de Micho Negro y Condesa nos hablan desde su óptica limpia y sin artificios de los sucesos fundamentales de la vida: el nacimiento, el crecimiento, el sexo, la muerte; pero también de los absurdos y las «animaladas» humanas: la hez acumulada en todos los rincones de ciudad, los obsesivos discursos lingüísticos de Pa y sus amigos, su religiosa veneración por los ataúdes de colores (los libros), la repugnancia de Ma por las cacerías de ratones de Micho Negro o la forzada reglamentación de las necesidades naturales (comer, dormir, defecar). Tierno y divertido, este relato de Asor Rosa describe la convivencia entre los hombres y sus compañeros del mundo animal. Con la convicción, propia del verdadero humanismo, de que el hombre no es superior al resto de los animales, y de que sólo aprender de ellos puede hacernos mejores.