Antonio Balduque Álvarez

Las beatas dejarán paso a las petimetras, los jesuitas cederán su sitio a los lechuguinos, y la reina con los apellidos más húmedos destronará a la dama de las patillas. Surgirán dientes de ahorcados, prodigiosas velas, urracas cleptómanas o moscas comedoras de carne, y expresiones tan comunes como "dorar la píldora", "irse al quinto pino", "dormir la siesta", "carne de cañón" o "matar el gusanillo" adquirirán un nuevo sentido. Antonio Balduque nos guiará por la Comunidad de Madrid y, de posta en posta, descubriremos presidiarios en el Pontón de la Oliva, degollados en Somosierra, ahorcados en El Berrueco, palúdicos en Aranjuez, duelistas en El Retiro, cortejos en El Prado y mamelucos en la Puerta del Sol. Soldados, loberos, reyes e infantas les están esperando. Seguro que no les defraudarán.

Desde la más remota antigüedad, la astucia e inteligencia femenina motivaron en el hombre cierto temor y precaución. Para mantenerse en un puesto de preeminencia, el varón ideó una trama religiosa y

Las beatas dejarán paso a las petimetras, los jesuitas cederán su sitio a los lechuguinos, y la reina con los apellidos más húmedos destronará a la dama de las patillas. Surgirán dientes de ahorcados, prodigiosas velas, urracas cleptomanas o moscas comedoras de carne, y expresiones tan comunes como dorar la pildora, irse al quinto pino, dormir la siesta, carne de cañon o matar el gusanillo adquiriran un nuevo sentido. Antonio Balduque nos guiara por la Comunidad de Madrid y, de posta en posta, descubriremos presidiarios en el Ponton de la Oliva, degollados en Somosierra, ahorcados en El Berrueco, paludicos en Aranjuez, duelistas en El Retiro, cortejos en El Prado y mamelucos en la Puerta del Sol. Soldados, loberos, reyes e infantas les estan esperando. Seguro que no les defraudaran.