FONDO DE CULTURA ECONOMICA DE ESPAÑA, S.L. 9789681672348
Este libro reúne la poesía de Carmen Villoro: Que no se vaya el viento (1990), Delfín desde el principio (1993), Herida luz (1995) y Marcador final (2002), en los que la poesía transita del amor como ritual cotidiano a la biologia perdida de un cuerpo inerte. La belleza de la forma presente en cada verso, forma una galeria de imagenes, rompecabezas de la memoria profunda, de la incertidumbre y la contemplacion.
Cuando existir se ha vuelto un acto automático viene a nuestro auxilio la poesía con su grito y su pellizco neurálgico. Por eso es liberadora. El poeta dice en lugar de callar. Lo que sucede en el mundo atraviesa su cuerpo, entra por la mirada, los poros, el olfato y los oidos. Porque viene del cuerpo, el poema tiene tambien un cuerpo. Se estructura en la pagina como un objeto que ocupa un lugar en el espacio. Tiene brazos y piernas, antenas y dedos. Tiene movimiento como si fuera un insecto. Su estructura tiene una razon de ser. Palabra y silencio se intercalan formando una composicion visual y auditiva. El poema es mas un animal que un discurso y hay que aprender a respetarlo. Hay animales soneto y animales copla. Hay poemas araña y poemas huella de pajaro; hay poemas cansados y poemas fragiles; poemas tan ligeros que se dispersan en el aire como semillas de nomeolvides y poemas piedra que cimientan culturas. Son un reflejo del cuerpo que los escribe y tambien del que los lee. Porque la contraparte de la escritura de un poema es su lectura. Dejarse inundar por las palabras, por su tono, su timbre, su ritmo, no para entenderlo racionalmente, sino para comprenderlo a profundidad, y para disfrutarlo. La poesia expresa la subjetividad del ser, pero es precisamente ahi donde reconocemos la condicion humana. La poesia es lenguaje de trasformacion, materia viva, enzima del lenguaje que accede a nuevos significados, palabra restauradora de tejidos. Por eso es necesaria.