CLAUDIO J. MORENO MEDINA

No es un objetivo fácil de materializar. Un trabajo de este tipo plantea el problema de qué contar y cómo mostrarlo. Las posibilidades del espacio grancanario son innumerables y únicamente limitadas por nuestra propia imaginación. El ejercicio visual realizado se plasma en un libro que pueda abrirse por cualquier página, donde se identifiquen lugares cercanos, espacios compartidos, recuerdos personales, naturaleza viva... A través de la cámara fotográfica la mirada se convierte casi en una caricia intentando transmitir algo más que colores y formas. Se trata de hacer más visible lo aparentemente conocido, alumbrar los desvanes del paisaje, descubrir aquellos lugares que se esconden más allá de los cristales de las ventanas de nuestros automóviles. No son imágenes falseadas, modificadas o troqueladas, sino retazos reales que sólo necesitaron el estar allí en el momento justo. No se es paisaje hasta que se ve, se disfruta, se utiliza, hasta que se forma parte de él... Y es el especial paisaje de esta isla atlántica el hilo conductor de estas páginas en las que se pretende la búsqueda del detalle y la apertura de los espacios. Subimos a una avioneta para situarnos en una atalaya en la que el mar siempre es horizonte, y analizar en primer lugar la isla en su conjunto. A continuación, rescatamos los cimientos volcánicos que actúan de escenario, los paisajes de piedra. Luego atrapar el ligero vestido que cubre de mil matices de colores sus barrancos, llanos y laderas, los paisajes vegetales. Y por último destacar la obra incansable de las gentes que durante más de cinco siglos hollaron sus caminos creando y transformando paisajes rurales y paisajes urbanos. Ojalá este libro ayude a reflexionar sobre lo que merece la pena conservar.

Los caminos herreños, testigos mudos de la historia, vieron pasar a bimbaches y conquistadores, a agricultores y ganaderos, a paisanos y turistas, y abren puertas y ventanas a una geografía que no deja de sorprendernos. El Hierro siempre tan distante, tan distinta; tan pequeña, tan compleja. Aquí cualquier persona se convierte en espectador, el paisaje acoge y envuelve, desde el mar embravecido hasta la suave cumbre, una atalaya permanente. En esta obra se analiza la evolución de la red de caminos tradicionales de la isla, sintetizando al mismo tiempo las claves de su organización territorial desde la conquista hasta casi el siglo XX. Los caminos nunca se agotan y seguirán trayendo y llevando historias, tantas como personas quieran pasear por ellos: no olvidemos que son patrimonio de todos.