Daniel Snowman

Desde los inicios de la ópera en las diversas cortes del norte de Italia hasta su expansión por Europa y más allá, este libro explora el mundo de los teatros de ópera y los empresarios operísticos, de monarcas y negociantes, de artistas y publicos. En su Grand Tour operistico, el autor nos traslada a la Mantua y a la Florencia del Renacimiento, al Londres de Handel, al Paris de Luis XIV y a la Viena del emperador Jose II y Mozart. Cuando en el siglo XIX la opera deja de ser monopolio europeo. El autor sigue los pasos del libretista de Mozart hasta Nueva York, y nos lleva mas lejos aun, a las representaciones que se ofrecian en las fronteras de Norteamerica y Australia. Ya en el siglo XX, Caruso cantaba las operas de Puccini en La Habana y Toscanini dirigia la musica de Wagner en Buenos Aires. Incluso Caruso y Toscanini dificilmente podrian haber imaginado el alcance mundial que tendria la opera. En la actualidad, se representa, se financia, se ve, se escucha, se filma y se retransmite mas opera que nunca.

Giuseppe Verdi (18131901) was the Shakespeare of opera, the composer of Rigoletto, Il Trovatore, La Traviata, Aida and Otello. The Chorus of Hebrew slaves from Nabucco (1842) is regarded in Italy as virtually an alternative national anthem and the great tragedian rounded off his career fifty years later with a rousing comedy, Falstaff.When Verdi was born, much of northern Italy was under Napoleonic rule, and Verdi grew up dreaming of a time when the peninsula might be governed by Italians. When this was achieved, in 1861, he became a deputy in the first all-Italian parliament.While in his 20s, Verdi lost his two children and then his wife (many Verdi operas feature poignant parent-child relationships). Later, he retired, with his second wife, to his beloved farmlands, refusing for long stretches to return to composition. Verdi died in January 1901, universally mourned as the supreme embodiment of the nation he had helped create.

Desde los inicios de la ópera en las diversas cortes del norte de Italia hasta su expansión por Europa y más allá, este libro explora el mundo de los teatros de ópera y los empresarios operísticos, de monarcas y negociantes, de artistas y publicos. En su Grand Tour operistico, el autor nos traslada a la Mantua y a la Florencia del Renacimiento, al Londres de Handel, al Paris de Luis XIV y a la Viena del emperador Jose II y Mozart. Cuando en el siglo XIX la opera deja de ser monopolio europeo, Daniel Snowman sigue los pasos del libretista de Mozart hasta Nueva York, y nos lleva mas lejos aun, a las representaciones que se ofrecian en las fronteras de Norteamerica y Australia.Ya en el siglo XX, Caruso cantaba las operas de Puccini en La Habana y Toscanini dirigia la musica de Wagner en Buenos Aires. Incluso Caruso y Toscanini dificilmente podrian haber imaginado el alcance mundial que tendria la opera. En la actualidad, se representa, se financia, se ve, se escucha, se filma y se retransmite mas opera que nunca.

«Sus orígenes, su evolución y sus transformaciones: todo está en La ópera. Una historia social. Páginas en las que no faltan las extravagancias, el oropel y la pompa».

The Gilded Stage is a comprehensive tour of the world of opera. From its origins in the courts of northern Italy, to its internationally recognised position in modern culture, Snowman explores the social history of opera houses and impresarios, composers and patrons, artists and audiences. Even the most flamboyant composers could scarcely have imagined the global reach of opera in our own times. More opera is performed, financed, seen, heard, filmed and broadcast than ever before, and the worlds leading performers are worshipped and paid like pop stars. Yet the art form is widely derided as elitist and parts of the classical recording business appear close to bankruptcy. Pinpointing the scandals, forgotten history and key revolutions in the form with light erudition and a brilliant anecdotal eye, Daniel Snowman reveals that the world of opera has always known crisis and uncertainty - and the resulting struggles have often proved every bit as dramatic as those portrayed onstage.