Si nos quedamos en la superficie, el hecho de publicar el cuarto libro de poemas en los umbrales de la quinta década de la existencia, no representa en verdad un extraordinario logro en lo que se refiere al numero de publicaciones. Sin embargo, lejos estoy de lo que podriamos llamar una vocacion tardia para la poesia. Si me preguntaran ahora mismo cuando escribi mi primer poema, solo podria responder con un lugar comun como: ?Llevo escribiendo desde la infancia?. Por todo ello, es mucho mayor el repertorio de los poemas que siguen durmiendo en los cajones, al de los que ya han visto la luz. No todos compartiran este destino: seguramente solo una minima parte de los mismos lo merezca. El ala del asombro recoge en un solo poemario mis dos obras mas recientes. Quien ya conozca algunos de mis anteriores libros podra censurarlos de tematica repetitiva, obsesionantes quizas. A esta cabal sospecha opondre mi creencia en la permanencia del objeto ideal como artifice de la labor poetica: no creo tanto en la evolucion de los temas como en la madurez del estilo y de la forma. Pero con mucha mas intuicion lo advierte el pensador ingles Michael Oakeshatt: ?Toda buena conversacion vuelve al final a los dos unicos temas sobre los que siempre merece la pena hablar: el amor y la muerte?. Que toda la literatura sea un maravilloso universo de variaciones no le resta un apice de su grandeza. Como pretexto doy la palabra a un maestro de la palabra, Alfonso Reyes: ?Tambien hay juventud en la constancia?.
La embriaguez del arquero es la historia de un rescate parcial.Antes de fijar mi residencia en Alemania escribí una serie de poemas que fui ordenando después en diversos cuadernos hasta alcanzar un considerable volumen. Con el fin de prepararlos para una ulterior publicacion, estos poemas han sufrido una criba por la cual muchos de los mismos fueron desechados en su totalidad, mientras otros han sido reelaborados en gran parte. Ninguno de los sobrevivientes se presenta intacto. En mayor o menor medida se han supeditado a una nueva vision estilistica y estetica, aunque sigan reflejando abiertamente las caracteristicas circunstanciales que motivaron su escritura. Son espejo de otro tiempo que el poeta pretende legitimar al hacerlos publicos.Donde se hace evidente la continuidad biografica de esta poesia esta en la eleccion de los temas. Un lector atento no pasara inadvertido ante el denominador comun que subyace a casi todos ellos. Dios, el amor humano, la soledad y la muerte son enunciados recurrentes, casi omnipresentes de estos poemas. Hasta en los mas anecdoticos se hace evidente esta presencia. Sin embargo, dejo para plumas mas capaces e imparciales la exegesis critica de mi escritura. Solo espero, de alguna forma, satisfacer las exigencias literarias de todo aquel que se asome a estas paginas.Pero no puedo cerrar esta presentacion sin saldar la deuda de gratitud contraida con aquellas personas sin las cuales este poemario no seria, para su perjuicio, lo que ha llegado a ser. Gracias a Antonio Lastra, a Javier Crespo y a Johanna Huneke, porque han hecho real esta ilusion.