Las paredes y suelos constituyen elementos imprescindibles en cualquier edificio, aunque raras veces asumen un gran protagonismo en el conjunto de su expresión arquitectónica; otros, por el contrario, se ponen, por su eficacia expresiva, en el punto de mira del diseño, sin embargo no se concibe un edificio limitado a la mera expresion estetica pues no es ese su rango en el conjunto de las Artes: estan destinados al uso material de sus habitantes. Esto es completamente obvio, y no haria falta señalarlo sino porque la Historia de la Arquitectura tiende a ligarse demasiado a su imagen. Dentro de esta imagen, los elementos mas humildes, como suelos y paredes, pasan a un segundo termino, aunque la eleccion mas funcional suponga una toma de postura estetica. Los pavimentos se han mantenido casi siempre en una posicion bastante discreta, probablemente por causa de sus peculiares requerimientos funcionales; tan discreta que por lo general su descripcion a lo largo de la Historia de la Arquitectura se limita en todo caso a unas pocas lineas. Tambien los pavimentos pasan a ser parte connatural e imprescindible de la arquitectura, pero su propia naturaleza los despoja, en general, de cualquier protagonismo estetico. Por ello, su presencia en la bibliografia se limita a los aspectos mas tecnicos, y como tampoco estos han sido especialmente complejos a lo largo de la historia, su aparicion suele encuadrarse entre las conocidas normas de buena practica. Este es pues el panorama: nos encontramos en plena transicion del paso de los buenos habitos constructivos al tratamiento cientifico de los pavimentos.
Dentro del capítulo de acabados de los edificios, los revestimientos de paramentos presentan un singular interés a través de la Historia de la Arquitectura: no son ni más ni menos que el remate de los paños que en su conjunto limitan los volumenes y espacios que los arquitectos de todos los tiempos se han esforzado en definir como principal objetivo de su trabajo. En efecto, la Arquitectura se concibe fundamentalmente como juego de formas, volumenes y espacios; pero todos ellos se acaban con texturas, colores y entonaciones. Los revestimientos pasan a ser asi parte connatural de aquella, pero como la primacia del diseño es otra, su importancia fluctua a lo largo de la Historia. Por ello, no suele ser asunto demasiado frecuente en la bibliografia, salvo que pueda inscribirse en el apartado de Arte pictorico.
Como cualquier otra profesión, la del arquitecto está llena de luces y sombras. Es luminoso el fruto final, plasmado en forma de unos cuantos edificios que, en todas las edades y por todas partes, han ido dejando el rastro de sus autores, contribuyendo de modo significativo a los rasgos definitorios de las civilizaciones. Pero tambien hay una mirada de ellos destinados a su desaparicion y al olvido tras ser usados. Unos y otros sirven y serviran a las actividades de los hombres, desde las mas elementales a las mas grandiosas. A veces, el fruto final tiene nombre de autor. Muchas otras veces no lo tiene: la Arquitectura es anonima, porque la Historia es veleidosa, esta escrita por hombres; y suele ser otro tipo de hazañas, obras o acontecimientos los que merecen un lugar mas destacado que los rincones en los que solo hurgan los especialistas, y no el gran publico. Asi, la mayoria de los arquitectos debemos conformarnos con ocupar esos rincones polvorientos de los libros de Historia, y eso en el caso de llegar a ocupar alguno... La aspiracion es comprensible, pero algo pretenciosa, si se tiene en cuenta lo grande que es la humanidad.