Días de cierzo habla del Maestrazgo de hoy, de cómo transcurre el tiempo en las masías anudando el pasado como el presente, de los vínculos que se establecen entre el territorio y las gentes y de la relacion entre las expectativas de futuro y la ilusion de los habitantes.
Edición en catalán.Una mañana, al salir de la ducha, Samuel Morrisón centró su atención en el dedo gordo de su pie derecho. Su uña, castigada por acelerones y frenazos en hábiles regates de fútbol, mostraba un aspecto muy peculiar. De pronto, una voz le dejó paralizado. No podía ser cierto, pero de nuevo la voz se dejó oír. ¿Quién iba a aceptar que un pie entablase conversación con su propietario y encima en inglés?
(Teruel, 1964). Afiliado a la OJE en Teruel desde 1975 hasta su disolución. Allí ganó su primer premio literario, al que siguieron otros como la "Ayuda a la Creación Literaria" del
Ángel Espín, profesor de música y autor de best sellers, está pasando un bache creativo. Ana, su esposa, intérprete y traductora de árabe, regresa de Jordania con un extraño objeto en la maleta que Ángel reconoce como un antiguo sofhar, un instrumento de viento utilizado en algunos rituales judíos. Alberto, el hijo de ambos, encuentra en las insólitas cualidades del instrumento una fuente de inspiración para animar a su padre a escribir una nueva novela. Cuando Hala, la joven siria que vive en acogida en el domicilio de la familia Espín, conoce el contenido de los primeros capítulos de Jericho souvenir no puede ocultar su desasosiego y a partir de ese día se comportará de forma extraña. La llegada a España de Ashad Bisisi, un diplomático jordano interesado en recuperar el shofar, alterará la tranquilidad de todos los miembros de la familia, embarcándolos en una persecución que se inicia en Palestina y termina en Nueva York. La ficción y la realidad se entrecruzan en una novela que utiliza todos los ingredientes propios de los best sellers de acción y misterio para desenmascarar las estratagemas de este género.
Una mañana, al salir de la ducha, Samuel Morrisón centró su atención en el dedo gordo de su pie derecho. Su uña, castigada por acelerones y frenazos en hábiles regates de fútbol, mostraba un aspecto muy peculiar. De pronto, una voz le dejó paralizado. No podía ser cierto, pero de nuevo la voz se dejó oír. ¿Quién iba a aceptar que un pie entablase conversación con su propietario y encima en inglés?