Contiene ilustraciones Emplazada Miranda de Ebro en una posición geoestratégica privilegiada, y sobre todo tras la llegada del ferrocarril en la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad inició la senda de la industrialización y del progreso, pero también fue receptora de nuevas ideas y nuevas mentalidades que hicieron de la localidad del Ebro un oasis de ferviente republicanismo en un entorno provincial eminentemente conservador, de forma que el propio Presidente de la República no dudó al llamar a Miranda "vanguardia de la República en la provincia de Burgos".
En la ciudad de Burgos de la primera mitad del siglo XV, que coincide con el largo reinado de Juan II de Castilla (1406-1454),el papel hegemónico no fue detentado por la nobleza laica, sino por la oligarquía urbana. Un patriciado urbano que había recurrido al apoyo del monarca y utilizado hábilmente las ventajas del poder político que le proporcionaba la acumulación permanente de cargos municipales. El competidor más directo de este patriciado urbano no fue la alta nobleza, escasa en Burgos, sino el clero, sobre todo el alto clero secular y regular poseedor de cuantiosos bienes y rentas. Se hace evidente, en este período, que el patriciado mercantil urbano, enriquecido por el comercio internacional, proyecta su poder económico en el campo, mediante la creación de mayorazgos de base latifundista por compra de señoríos y de vasallos, y por otra parte, la Iglesia inicia un capítulo de concentración de la propiedad territorial, especialmente con la consolidación de los patrimonios episcopal y capitular y de forma colateral, también, con el fortalecimiento de los patrimonios monásticos. En estas circunstancias, la familia Cartagena es el exponente de buena armonía entre el poder civil y el religioso, entre clérigos y laicos. Este linaje converso mantendrá un notorio protagonismo durante toda la primera mitad del siglo XV en Burgos y actuará de catalizador entre los otros dos poderes señalados, el eclesiástico y el civil en la ciudad castellana, cuyo devenir es analizado en el presente estudio y con el que la ciudad burgalesa se interna con paso seguro en el período más esplendoroso que haya alcanzado en todos los tiempos.
Escribir un libro, y sobre todo un libro de historia, consiste primordialmente en sumergirse en la temporalidad para alumbrar y explicitar los testimonios y vivencias de un pueblo a través de los tiempos. Este pueblo es Sasamón, que puede presumir -como pocos-, de contar en su haber con una historia densa y fecunda, cristaliza-da en testimonios materiales y artísticos de primer orden. La reconstrucción del pasado es irremediablemente una mi-rada que busca respuestas a los interrogantes de hoy en el análisis de los acontecimientos del ayer. Con este propósito los autores de este libro pretenden transmitir la recreación histórica y la evaluación divulgadora del rico patrimonio artístico de una villa que hunde sus raíces en las antiguas culturas Celtibéricas; que se manifiesta en su integridad durante la Romanización; que se adentra en el Medievo con una plenitud modelada en piedra, soporte funda-mental de la maravillosa iglesia catedral de Santa María; que avanza con pujanza en la Modernidad, sólo quebrantada en los inicios de los tiempos Contemporáneos por el tremendo descalabro y expolio que la ocupación francesa supone; y que apuesta en el presente de un siglo nuevo por un futuro esperanzador. En esta obra Isaac Rilova Pérez y Jesús Simón Rey no sólo ofrecen una aportación de gran interés desde el punto de vista de la historiografía local, sino que -en palabras del doctor don Antonio Bonet, presentador del libro, "saben integrar su contenido en una perspectiva más amplia para el conocimiento de una realidad cultural de primer orden".
Durante la Guerra Civil Burgos se mantuvo alejada de los frentes de batalla y en torno a su aparente quietud se articuló una ciudad artificial, abultada y cosmopolita, asociada al protagonismo del nuevo Estado. En la posguerra las aguas volvieron a su cauce y Burgos continuó en su papel de discreta ciudad de provincias de los años prebélicos y poco o nada se benefició del paso por su suelo de las nuevas elites de poder. Pero bajo esa aparente atonía, subyace la franja sombría de la represión, que por desconocida no es menos trascendental. Represión que se tradujo en Burgos en más de un millar de muertes documentadas a causa de la guerra, sin contabilizar los fallecidos en el frente, además de las graves secuelas producidas durante la posguerra por los encarcelamientos y las confiscaciones de bienes de los vencidos. Afortunadamente, en los momentos actuales, parece que ya se puede abordar el estudio de esta cuestión eminentemente controvertida y difícil desde una óptica esencialmente profesional, con suficiente distancia pasional. Es lo que pretende el presente trabajo: llenar un vacío demasiado relevante en la historiografía burgalesa contemporánea acerca de esta época crucial. Y lo hace con rigor, apoyándose fundamentalmente en una amplia recopilación de fuentes documentales hasta ahora inéditas. Su propósito es superar posiciones apriorísticas fuertemente adheridas a los mismos problemas que se trata de clarificar y lograr, en definitiva, si no alcanzar la restitución histórica total del periodo escrutado -cosa de todo punto imposible-, sí al menos acercarse a la realidad de lo que ocurrió, además de constituir un avance significativo en la investigación de los múltiples temas que aún están pendientes de abordar.