Con fama de amante ardiente, bebedor y jugador de naipes empedernido, dejó los hábitos hasta llegar a ser general heroico del Ejército de los Andes y gobernar Mendoza en nombre del federalismo.José Felix Aldao fue un caudillo mendocino poco conocido de las guerras civiles, pero, sobre todo, una figura incomoda e inasible. Para los liberales era un simbolo de la barbarie, y para los federales, un personaje de segunda linea. ¿Por que, pese a ser un heroe de la Independencia americana, quedo en un limbo de desconocimiento?El escritor mendocino Jaime Correas navega de manera magistral entre la historia y el relato para reescribir el mundo de Aldao. Tras una exhaustiva investigacion historica y documental, recurre a la narracion para darle vida a la figura impulsiva, pasional y contradictoria del fraile que se convirtio en general de la Santa Federacion.Siendo sacerdote, Aldao tuvo dos hijos con la joven Concepcion. Ya como militar, tuvo descendencia con la Limeña y con Dolores, y convivio con ambas en la casa ubicada en El Plumerillo. Defendio la frontera sur contra los indigenas y participo en la guerra civil del lado de los federales, bajo el mando de Quiroga y como aliado de Rosas. Se enamoro de Romana, que fue compañera y amante hasta el final. Su testamento fue simbolo de su espiritu atribulado: pidio ser enterrado con el habito de fraile dominico y el uniforme de general. La biografia de Jose Felix Aldao, escrita por Jaime Correas, transita por el andarivel de la humanizacion. El autor lo hace de la mano de la ficcion como herramienta para darle mayor plasticidad al desafio de retratar a ese hombre que fue sacerdote, amante, guerrero, revolucionario, general del Ejercito de los Andes, caudillo federal, gobernador de Mendoza, y alborotador permanente. En la pluma de Correas uno puede reconocer trazos artisticos que recuerdan la maxima recomendada por el historiador Vicente Fidel Lopez, en el siglo XIX: La historia es un arte. Hernan Brienza
Una novela apasionante que atraviesa países y continentes y en la que las casualidades, correspondencias, simetrías y leves distorsiones desdibujan las fronteras entre la realidad y la ficción.Con los recursos propios de la ficcion, Los falsificadores de Borges cuenta una historia real que continua el juego borgeano de la autenticidad, el plagio, los apocrifos y las falsificaciones. Una novela apasionante que atraviesa paises y continentes y en la que las casualidades, correspondencias, simetrias y leves distorsiones desdibujan las fronteras entre la realidad y la ficcion.Una lista de condenados por los paramilitares colombianos y un poema que lleva la firma de Borges son hallados en el bolsillo de un hombre acribillado por sicarios. El muerto es el padre del escritor Hector Abad Faciolince, que hace grabar el soneto de Borges en la lapida. Veinte años despues de los hechos publica un libro sobre su padre asesinado, El olvido que seremos, cuyo titulo reproduce un verso del poema encontrado. Cuando el poeta y critico Harold Alvarado Tenorio cuestiona la autenticidad del soneto, una polemica feroz se desata en Colombia.Como si se tratara de una broma urdida por Borges, las versiones sobre la autoria del poema proliferan y se contraponen. ¿Quien lo escribio?, ¿cuando?, ¿como llego al bolsillo del muerto?Obsesionado por develar la verdad, Hector Abad Faciolince inicia una investigacion y se pone en contacto con Jaime Correas, periodista y escritor mendocino que vive en la Argentina y supone tiene la clave para dar con la respuesta. Con la misma pasion que el colombiano, Correas se lanza a la busqueda de documentos, papeles y personas para reconstruir los hechos que dan lugar a esta novela.La critica ha dicho...Los falsificadores de Borges, del argentino Jaime Correas, constituye a la vez una novela testimonial de tintes policiales, un ensayo erudito y un homenaje a la poesia borgeana.Maria Rosa Lojo, Pagina 12 (Radar)
Descubrir al Fraile Aldao es desarmar la leyenda negra del cura endemoniado y caudillo federal despiadado. Con fama de amante ardiente, bebedor y jugador de naipes empedernido, dejó los hábitos hasta llegar a ser general heroico del Ejercito de los Andes y gobernar Mendoza en nombre del federalismo. Jose Felix Aldao fue un caudillo mendocino poco conocido de las guerras civiles, pero, sobre todo, una figura incomoda e inasible. Para los liberales era un simbolo de la barbarie, y para los federales, un personaje de segunda linea. ¿Por que, pese a ser un heroe de la Independencia americana, quedo en un limbo de desconocimiento? El escritor mendocino Jaime Correas navega de manera magistral entre la historia y el relato para reescribir el mundo de Aldao. Tras una exhaustiva investigacion historica y documental, recurre a la narracion para darle vida a la figura impulsiva, pasional y contradictoria del fraile que se convirtio en general de la Santa Federacion. Siendo sacerdote, Aldao tuvo dos hijos con la joven Concepcion. Ya como militar, tuvo descendencia con la Limeña y con Dolores, y convivio con ambas en la casa ubicada en El Plumerillo. Defendio la frontera sur contra los indigenas y participo en la guerra civil del lado de los federales, bajo el mando de Quiroga y como aliado de Rosas. Se enamoro de Romana, que fue compañera y amante hasta el final. Su testamento fue simbolo de su espiritu atribulado: pidio ser enterrado con el habito de fraile dominico y el uniforme de general.
La etapa docente de Julio Cortázar en Mendoza, donde culminó un proceso interior que sería decisivo para su propia obra futura.La etapa docente de Julio Cortázar en Mendoza, donde culminó un proceso interior que seria decisivo para su propia obra futura "Mendoza, puerta de mi casa", escribio Cortazar en 1973, con afecto y gratitud.El escritor y periodista mendocino Jaime Correas habia dedicado ya otro libro, Cortazar, profesor universitario (Aguilar, 2004), a la pormenorizada relacion de personajes y circunstancias que rodearon esa experiencia academica, en medio de los convulsionados albores del peronismo.A la luz de los preciosos hallazgos documentales producidos desde entonces "como las cartas ineditas y los apuntes de clase que se incluyen en este libro", Cortazar en Mendoza incorpora, amplia y desborda los materiales de aquel volumen y, sobre todo, reorienta su exploracion hacia las relecturas que hizo el futuro autor de Rayuela para preparar sus clases, inmersion de la que salio no solo con un programa lectivo sino tambien -lo que es mas importante- con un "programa" creativo que de alli en mas cumpliria en su propia obra.La oportunidad de enseñar Literatura y el ambito propiciador que hallo en sus amigos mendocinos le permitieron poner en palabras aquellas ideas que serian su propia divisa poetica y sensible. Hasta el final de sus dias, Cortazar no dejaria de volver, de muchas maneras, a esa Mendoza a la que quiso "desde muy lejanos tiempos".
Julio Cortázar tuvo una única experiencia como profesor universitario y fue en la Universidad Nacional de Cuyo. Antes, había sido docente en el nivel secundario y ni siquiera en las cátedras de literatura. Por eso, cuando lo designaron en 1944, le escribio con entusiasmo a una amiga: Piense usted ies la primera vez que enseño las materias que yo prefiero! Es la primera vez que puedo entrar a un curso superior y pronunciar el nombre de Baudelaire, citar una frase de John Keats, ofrecer una traduccion de Rilke.La sociedad argentina atravesaba una etapa particularmente convulsionada. Las universidades se debatian en medio de presiones politicas y de enfrentamientos ideologicos. La de Cuyo, recien creada, no fue una excepcion y Cortazar protagonizo esas peripecias: lo eligieron consejero academico y participo de la toma de la sede universitaria en los dias previos al 17 de octubre de 1945. Casi tres decadas mas tarde, las amistades duraderas y los recuerdos entrañables que dejo su breve paso por Mendoza lo impulsaron a regresar a esa provincia.Jaime Correas reconstruye minuciosamente ese tiempo intenso y conflictivo que le toco en suerte al joven profesor, cuando su propia escritura estaba en ciernes y lo subyugaba el deseo de transmitir su amor por la literatura, en esa tierra de la que siempre guardo en su memoria el perfume del aire nitido y el rumor de las acequias.