Laura Gómez Recas nos presenta en Llámame Azul un recorrido sinuoso -como sinuosos son loe vericuetos por los que discurre la vida-, no tanto en el sentido de expresar sentimientos y vivencias, lo que ya es, desde hace tiempo un lugar comun en la produccion que se quiere poetica; sino que, el poemario, apunta a lo esencial del sujeto. Efectivamente, siendo apertura el poema "Desde la sangre", y la aldaba de cierre "De golpe" transita, siguiendo la huella de la ausencia -falta y brecha- por los caminos de lo radicalmente humano. Efectivamente, la poesia -como dice O. Mannoni- no esta en las palabras, esta en otra parte. Es de ese mas alla ignoto, venero inagotable, que fluye la poesia. Limite donde el ser se denuncia en su imposibilidad. Llamame Azul es eso: el testimonio de una busqueda en solitario -como todas las busquedas-; y lo que nos trae es el sentimiento agridulce, entre la frustracion y el anhelo, de que ahi no hay nada, que hay que seguir buscando, y que es vano y fallido el intento de aprehender con y por el lenguaje. Parafraseando a Martin Heidegger, podemos decir que la poesia es la fundacion del ser por la palabra, y añadimos: en un intento siempre fallido de un reencuentro asaz mitico con lo que no esta -ausencia inaugural-, y que lo unico que nos queda es la marca, o palabras cinceladas en el poema arquivoltas.
Resiste la transparencia a lo injusto del tiempo, al infeliz soporte de la ausencia donde la muerte anida y llora el cielo. Sin esperanza, sin más aliento que el color terco de la vida.