Laure Dominique Agniel ha seguido la huella de la exploradora desde el Tíbet hasta Nepal, de la India a China. Ha realizado una serie de documentales sobre Alexandra David-Neel para France Culture y asimismo es autora de Gauguin aux Marquises (Tallandier, 2016).
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Orientalista, tibetóloga, cantante de ópera, pianista, compositora, feminista, periodista, anarquista, escritora, exploradora y budista son solo algunos de los adjetivos que describen a la francesa Alexandra David-Neel, una de las viajeras mas celebres de todos los tiempos y la primera mujer europea que consiguio entrar disfrazada de mendiga en Lhasa, la capital del Tibet, en una epoca en la que los extranjeros tenian la entrada prohibida a la ciudad santa tibetana.Nacida en 1868, los casi 101 años de Alexandra fueron intensos y llenos de una insaciable necesidad de aventura en los que no habia lugar para el papel tradicional de madre, aunque si para un personaje central en su vida: su marido, Philippe, con quien se caso a regañadientes pero al que amo durante las cuatro decadas de su matrimonio. Independiente y viajera infatigable, su espiritu libre e inquieto la llevo a recorrer tantos paises como pudo y a escribir mas de cincuenta libros acerca de religiones orientales, filosofia y narraciones de sus viajes, y no dudo en renovar su pasaporte al cumplir los cien años; quiza quedaba alguna aventura por vivir.
Una pionera del feminismo, que retó a las convenciones de la épocaOrientalista, tibetóloga, cantante de ópera, pianista, compositora, feminista, periodista, anarquista, escritora, exploradora y budista son solo algunos de los adjetivos que describen a la francesa Alexandra David-Neel, una de las viajeras mas celebres de todos los tiempos y la primera mujer europea que consiguio entrardisfrazada de mendigaen Lhasa, la capital del Tibet, en una epoca en la que los extranjeros tenian la entrada prohibida a la ciudad santa tibetana.Nacida en 1868, los casi 101 años de Alexandra fueron intensos y llenos de una insaciable necesidad de aventura en los que no habia lugar para el papel tradicional de madre, aunque si para un personaje central en su vida: su marido, Philippe, con quien se caso a regañadientes pero al que amo durante las cuatro decadas de su matrimonio. Independiente y viajera infatigable, su espiritu libre e inquieto la llevo a recorrer tantos paises como pudo y a escribir mas de cincuenta libros acerca de religiones orientales, filosofia y narraciones de sus viajes, y no dudo en renovar su pasaporte al cumplir los cien años; quiza quedaba alguna aventura por vivir.