Esta obra, fruto de muchos años de investigación, quiere ser un homenaje al gran pintor Eduardo Rosales (Madrid 1836-1873). El nombre de Rosales evoca un arte sereno y sobrio, impregnado de cuanto carecia el de sus contemporaneos. Su obra produce una sensacion de autenticidad insobornable. Recogio la mejor tradicion de nuestra pintura y abrio nuevos horizontes en la pintura española por los que todavia camina nuestra sensibilidad y nuestra tecnica.
Calladamente, silenciosamente, con el ánimo sereno recibió Eduardo Rosales el triunfo que supuso obtener la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864 por su “Doña Isabel la Ca