En una acepción restrictiva, el espacio geográfico puede ser entendido como un espacio habitable, donde las condiciones naturales permiten o facilitan la organización de la vida social . Sin embargo el espacio geográfico es mucho más amplio que la noción hasta ahora aceptada y se refiere al espacio accesible al hombre, utilizado para su existencia. Avanzando aún más en el intento de concebir la geografía y el espacio en un sentido relacional, este trabajo propone un acercamiento a la materia proponiendo un definición del espacioo considerando su situación en relación a un conjunto en el cual se inscribe. Es decir, se trata de comprender las diversas relaciones que mantiene con los diversos medios de los que forma parte. El espacio geográfico se presenta como el soporte de unos sistemas de relaciones, determinándose unas a partir de los elementos del medio físico y las otras procedentes de las sociedades, que ordenan el espacio en función de la densidad de poblamiento, de la organización social y económica, de todo el tejido histórico y cultural que implica la sociedad.
La mundialización -la interacción generalizada a nivel planetario- suscita todo tipo de inestabilidades y turbulencias, asociadas a su vez a grandes transformaciones -científicas, tecnológicas, demográficas, económicas, urbanas- y a la intensificación en los flujos de información y actividad. Provoca distorsiones y alteraciones en todos los planos, que se ven acentuadas por la generalización de las políticas liberales. No implica un «fin de la geografía», sino todo lo contrario: los lugares conservan toda su importancia, aunque cambien de valor y de talante. Son las viejas coherencias locales las que estallan, puesto que el control de las redes parece importar mucho más que la gestión de los territorios. Estas mutaciones provocan un desfase constante en las mentes, pero también en las instituciones políticas y sociales. De ahí la urgente necesidad de crear una nueva política que sepa adaptarse a los requerimientos de la globalización.