Bajo una apariencia de crónicas viajeras y divertidas, este libro realmente nos presenta la evolución que ha sufrido el pueblo ruso desde que se le cayó su mundo encima en los años noventa hasta verse, a dia de hoy, sumergido en una verdadera picaresca proletaria muy parecida a la que se produjo en los años cincuenta y sesenta en nuestro pais. Nada nuevo bajo el Sol solo que Rusia ha llegado a esta situacion con cierto retraso. Y esta realidad esta descrita con humor que la hace mas llevadera y con amor hacia un pueblo que nada tiene que ver con sus dirigentes, como en todas partes, un pueblo que, a decir de muchos, es meridional pero se encuentra, por algun extraño maleficio, anclado para siempre en el Norte. A traves de estas paginas nos veremos transportados en una sucesion de hechos a un pais de leyenda pero muy parecido al nuestro y con el que nos sentiremos plenamente identificados.
Este libro podría tener mil títulos. Tantos como las líneas escritas en él para describir el pasado, presente y futuro del pueblo ruso, los problemas seculares del Cáucaso o la vuelta a la Guerra Fría, a la división maniquea del mundo en bloques y la extensión de la franja de separación de ellos hacia el Este. El autor nos conduce, casi sin percatarnos, desde una sucesión atemporal de hechos y datos hasta los graves problemas que el suministro de los productos energéticos plantea al sistema de vida actual, y acaba su recorrido con una curiosa teoría en la que casi llega a demostrar que españoles y rusos son primos no tan lejanos. Una lectura dulce y amarga, fruto del fatalismo ruso -o pesimismo de la debilidad- y una escritura irónica y nostálgica, consecuencia directa de la dilatada experiencia del autor. Estamos ante una obra inteligente y ponderada que abre infinidad de interrogantes para que quien la lea, desde una detenida reflexión, encuentre sus propias respuestas.